El abogado estadounidense PJ Mode comenzó a coleccionar mapas en 1980. Al cabo de unos años se dio cuenta de que le interesaban, sobre todo, los que "tenían la intención de enviar o reforzar un mensaje, más que comunicar información geográfica objetiva". Acabó con una colección de 800 documentos que donó a la Universidad Cornell, en Estados Unidos. Esta Colección de Cartografía Persuasiva no solo se puede consultar en la biblioteca, sino también a través de la web.
Ningún mapa proporciona una visión enteramente objetiva de la realidad. Por ejemplo, la proyección de Mercator, la más conocida, distorsiona los tamaños de los países a medida que se alejan del Ecuador. Pero los mapas sirven a un propósito concreto: en el caso de esta proyección del siglo XVI, su objetivo no era hacernos creer que Groenlandia es tan grande como África, sino que era muy útil para navegar, ya que mantiene los rumbos marinos en líneas rectas.
Aun así, un mapa, igual que un gráfico o una fotografía, a menudo da una imagen de objetividad que se ha usado para trasladar mensajes propagandísticos. En la colección de Mode hay ejemplos de mapas usados en guerras y para defender nacionalismos e imperialismos. Aunque también se han usado para la sátira, para la publicidad comercial y, por supuesto, para comunicar de forma efectiva ideas mucho más amables. Estos son 11 ejemplos (si pinchas en las imágenes, se amplían):
1. El pulpo ruso
El “mapa serio-cómico de guerra del año 1877” es obra del británico Frederick W. Rose. En él aparece Rusia como un pulpo gigante que amenaza al resto de países de Europa. Se publicó dos meses después del ataque de Rusia al Imperio Otomano, que a su vez fue en respuesta a la masacre turca de búlgaros cristianos (que en el mapa se representa como una calavera).
2. Portugal no es tan pequeño
En el mapa del pulpo hay unos cuantos estereotipos: en Alemania aparece el Kaiser, Inglaterra es un hombre de negocios con las colonias bajo el brazo y España está durmiendo. Y luego está Portugal, que aparece representado como un niño, en una imagen que era habitual en este tipo de mapas satíricos.
Portugal a menudo se ha visto como un país pequeño e inofensivo, por lo que no es de extrañar que en algún momento de su historia quisiera reivindicarse. De hecho, en 1934 era más grande de lo que uno podía pensar. Al menos según este mapa de Henrique Galvao, que tenía la intención de apoyar las ambiciones imperialistas del dictador Antonio de Oliveira Salazar y por eso muestra la extensión de las colonias portuguesas sobre un mapa de Europa.
3. Un mapa general de los dominios británicos
Aunque para ejemplo de imperialismo, este mapa de 1868 en el que se muestran las posesiones del Imperio Británico. Como se explica en la web de la colección, el plano “aumenta el tamaño aparente del Imperio Británico presentando 450 grados de longitud, con lo que Australia y Nueva Zelanda se muestran dos veces”.
4. Lo que Alemania quiere
Según escribe el propio P. J. Mode en un artículo publicado en la revista de la Sociedad Cartográfica de Washington, la guerra es uno de los temas más habituales de estos mapas. Con ellos se busca desmoralizar al enemigo y exponer la justicia de la causa tanto a la propia nación como a los países neutrales. La I Guerra Mundial siguió además a un periodo de progreso en la cartografía, lo que llevó a que los países “compitieran en la producción de mapas persuasivos”, a menudo “a través de las recién fundadas agencias estatales de propaganda”.
Un ejemplo es este mapa británico de 1917 que muestra “lo que Alemania quiere”, es decir, sus pretensiones territoriales, basándose en declaraciones de líderes alemanes más o menos conocidos. Mode señala cómo la leyenda se coloca sobre Siberia, para que se vea menos blanco en el mapa. También es significativo que se encuadre de modo que gran parte de América quede fuera.
5. Los portadores de la nueva peste negra
Este mapa previo a la Segunda Guerra Mundial es una crítica al totalitarismo y una defensa de la libertad de expresión. Aparecen en negro los países bajo dictadores, a quienes caricaturiza y se ridiculiza con un calificativo en el texto inferior. Hitler es un trasgo (como un duende, pero en feo) y Stalin es "el camarada de nadie". Del “generalísimo Francisco Franco, El Caudillo” se dice que es “el Charlie McCarthy del Fascismo”, en referencia al muñeco más famoso del ventrílocuo Edgar John Bergen. Es decir, estaban llamando a Franco el Monchito de los dictadores europeos.
Su autor es William H. Cotton y se publicó en la revista antifascista estadounidense Ken, que también publicó varios artículos sobre la Guerra Civil española de Ernest Hemingway. La revista tuvo que cerrar en 1939 por los temores de los anunciantes y tras un boicot de la Iglesia Católica.
6. El mundo en un trébol
El centro de los mapas no tiene por qué ser Europa. De hecho, el centro que se escoge para cada mapa tiene un valor simbólico, lo que explica que en la mayor parte de los mapas medievales se centren en Jerusalén, como el mapamundi de la catedral de Hereford, que se dibujó alrededor del año 1300 en Inglaterra.
También ocurre en El mundo en un trébol, incluido en la colección de Mode. Aunque es ya de 1581 e incluso sale un trozo de América, el mapa se asemeja a los medievales en que también Jerusalén está en el centro. Aunque difiere en otra cosa: está orientado ya hacia al norte, mientras que hasta no hacía mucho lo habitual era que Oriente estuviera arriba. No es tan raro si tenemos en cuenta que por ahí sale el sol y que, al fin y al cabo, orientar viene de oriente. Además de eso, el trébol era además una representación habitual de la Trinidad. Es decir, el mapa, como ocurría con los medievales, no tiene la intención de mostrar el mundo tal y como es, sino de reforzar un mensaje religioso.
7. Un mapa de la Tierra (y del Paraíso)
Este mapa de 1681 ya es mucho más realista y el mundo aparece más reconocible que en el del trébol. Pero tampoco deja de lado la doctrina religiosa: no solo aparecen imágenes de las escrituras, sino que también coloca en el mapa el Edén donde se creía que podía estar. Y centrando el mapa en el paraíso terrenal del que fueron expulsados Adán y Eva, aunque para eso tenga que dejar gran parte de la derecha en blanco y partir el norte de América en dos.
Eso sí, que nadie salga en busca del Edén solo porque ese mapa asegure que está en Asia: otro mapa de 1966 lo sitúa en Florida. Un pastor baptista llegó a esta conclusión “mediante el uso de los principios de la Teología y la Relatividad”. Recordemos que los cartógrafos del siglo XVII aún no tenían las ecuaciones de Einstein a su disposición.
La mayoría de los mapas “ponen la cultura que los produjo en el centro”, según recuerda Jerry Brotton en La historia del mundo en 12 mapas. Lo cual tiene sentido no sólo político, sino también práctico: es similar a cuando abrimos Google Maps y lo primero que queremos ver es dónde estamos para saber qué camino hemos de seguir. Incluso es fácil encontrar mapas con Estados Unidos en el centro. Pero no son habituales, entre otros motivos porque esta decisión supone tener que partir Asia en dos.
8. El sur arriba
No solo el centro puede cambiar: también la orientación. En los mapas medievales judeocristianos y hasta finales del siglo XV, la Tierra se representaba orientada hacia el este, con Asia arriba, Europa abajo a la izquierda y África abajo a la derecha. Y los cartógrafos medievales musulmanes, como al-Idrisi, orientaban sus mapas hacia el sur, como explica también Brotton.
También hay un mapa contemporáneo muy popular orientado hacia el sur, en el que Australia queda además centrado, y que también se incluye en la colección de PJ Mode. Se ha dicho que es típico de los mapamundis australianos, pero no es cierto, aunque sí sirve para darnos cuenta de que poner el norte arriba o Europa en el centro es una convención cartográfica como cualquier otra y que responde a unas necesidades (y a veces a intereses). Además, este mapa no usa la proyección de Mercator, sino la Hobo-Dyer, que respeta las áreas de los continentes. Eso sí, a costa de distorsionar las formas de las regiones más cercanas a los polos. Ningún mapa es perfecto: no hay solución matemática a la proyección de una esfera sobre una superficie plana.
9. Un mundo dividido en dos
Otro ejemplo de la importancia del centro son los mapas que hizo el estadounidense Richard Edes Harrison durante la Segunda Guerra Mundial y que se publicaron en la revista Fortune. En este caso, el centro era el Polo Norte, por lo que mostraba a Estados Unidos frente a la URSS. El objetivo del mapa era mostrar tanto la importancia del avión en el conflicto como la amenaza que serían los nazis para los americanos en caso de que invadieran la Unión Soviética. Hay que recordar que este mapa se publicó antes de la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
10. El despertar
Este mapa de 1915 muestra los Estados de EE UU que habían aprobado el voto femenino, que se extendería a todo el país en 1920. Se publicó por primera vez en la revista Puck, poco antes de que se celebrara el referéndum al respecto en Nueva York. Esta ilustración (y otras similares) fue tan exitosa que causó problemas financieros al movimiento sufragista, "porque cada vez que un Estado aprobaba el derecho a votar para las mujeres, los partidarios pedían una versión actualizada".
11. El mundo según nuestros prejuicios
Los mapas no solo son una herramienta política y propagandística. También pueden ser útiles para la crítica y para el humor. Yanko Tsvetkov publicó en 2013 su Atlas of Prejudice, en el que mostraba cómo veían el mundo, por ejemplo, los americanos y los italianos, y, en versiones posteriores, incluso cómo lo veía Donald Trump.
Pero hay ejemplos anteriores. Como el atlas tory del mundo. Es de 1985 y se incluía en un libro de los autores del programa satírico británico Spitting Image. Su objetivo es burlarse de los prejuicios de los conservadores británicos. Así, España es Gib (por Gibraltar), en lugar de Londres solo aparece el barrio pijo de Chelsea, la URSS son los "Bastardos Rojos", Gran Bretaña es enorme y de Irlanda solo sale el Ulster (llamado Bogland, tierra de pantanos). Y eso sin entrar en los hombres directamente racistas, como Bongo Bongo Land y Pakis. Varios países aparecen como “Ni Idea” y “A Quién Le Importa”.
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