El Ministerio del Interior de Fernando Grande-Marlaska ha paralizado de forma temporal la aprobación de una normativa que ha tenido a los guardias civiles en pie de guerra en los últimos años, confirma a Verne el propio ministerio. Esta regulación pretendía prohibir a los agentes llevar tatuajes y piercings, además de imponerles una larga lista de restricciones estéticas.
El reglamento, que se elaboró durante el mandato del exministro Zoido, está pendiente de revisión, tras el reciente cambio de Gobierno y el nombramiento este 28 de junio del magistrado Félix Azón como nuevo director de la Guardia Civil, explica el Ministerio de Interior.
Además de prohibir a los agentes de Guardia Civil lucir tatuajes en cualquier parte del cuerpo si contienen símbolos que reflejen discriminación sexual, racial, étnica y religiosa, también se veta en ese texto todo tipo de tatuaje que esté en una zona visible y que no quede cubierto con el uniforme del cuerpo.
Esta regulación sería más restrictiva para las mujeres, ya que uno de sus uniformes cubre menos cuerpo que el de los hombres. Dicho uniforme deja ver pantorillas, rodillas y unos centímetros de pierna de las mujeres. Interior confirma a Verne que esta regulación no va a aprobarse tal cual está planteada, ahora que el nuevo equipo "tiene un conocimiento más profundo" de la misma.
Juan Fernández, portavoz de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), explica a Verne que, si la normativa del equipo de Grande-Marlaska se parece a la planteada por el ministro Zoido, se "iniciarán los trámites para impugnarla judicialmente". Fernández la considera "muy restrictiva y un ejemplo más de que a esta institución le cuesta adaptarse a la realidad actual", dice a Verne a través del teléfono.
"Somos guardias civiles, pero también formamos parte de la sociedad y evolucionamos con ella. Los tatuajes no tienen la misma connotación que hace décadas. Que el propio ministro Grande-Marlaska tenga un tatuaje en la muñeca, lo que le inhabilitaría para ser guardia civil, demuestra que no es impedimento para ejercer un trabajo de forma responsable", recuerda a Verne el portavoz de AUGC.
En el tatuaje de Grande-Marlaska se puede leer "Sin pena ni miedo", expresión utilizada por el poeta chileno Raúl Zurita que dio nombre a un libro publicado en 2016. Él mismo compartió una imagen en 2016 donde puede verse el tatuaje real en su muñeca junto a uno falso que contenía el lema de una campaña de la Fundación Secretariado Gitano.
Hasta ahora, se prohibía llevar tatuajes a aquellos que querían ingresar en la Guardia Civil con los que acceder a la Guardia Civil, "pero no había regulación que impidiera hacérselo una vez que se había entrado en el cuerpo", dice Fernández.
Con esta nueva normativa, los agentes tendrían que firmar una declaración jurada confirmando cuántos tatuajes tienen y dónde los tienen y comprometerse a eliminarlos o cubrirlo con apósitos de un tono similar a su piel si quieren seguir formando parte de la institución, explica a Verne José Manuel Manrique, portavoz de Unión de Guardias Civiles (UniónGC), otra de las asociaciones que se oponen a una normativa que consideran "aberrante para el siglo XXI".
"Que los guardias civiles que hace unas semanas salvaron la vida de tres personas en una riada en Alginet (Valencia) tengan o no tatuajes no afecta a la imagen del cuerpo ni la visión del ciudadano sobre lo que hicieron"; argumenta Manrique.
UniónGC, que también impugnaría judicialmente esta orden, considera que "las asociaciones de la Guardia Civil y su dirección general deben reunirse para encontrar un consenso y un término medio".
Además de tatuajes, los piercings, tintes en el pelo y otras exigencias estéticas también se regularían en la normativa propuesta por el ministerio de Zoido que ahora está pendiente de revisión. Son medidas que ya se aplican en otros organismos de seguridad. AUGC destaca que estas normad estéticas serían más complicadas de cumplir para las mujeres, ya que sus uniformes oficiales dejan visibles más partes de su cuerpo, donde también deberían ocultar sus tatuajes.
En los últimos años, la policía local de varias ciudades españolas también exige la ausencia de tatuajes e incluso barba a sus agentes. En Sevilla no se les permite lucir coleta.
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