La relación que tiene México con la muerte es rica y variada. Se refleja en tradiciones como las ofrendas y altares, pero también de modo verbal. Las tradicionales calaveritas literarias, por ejemplo, explotan el folclore mexicano para hacer una sátira de la muerte. Sin embargo, enfrentar el final de la vida sigue siendo una experiencia dolorosa, incluso cuando los mexicanos tienen fama de hacer frente a la muerte con humor.
Por ello, existen muchas expresiones para no hacer referencia directa a la muerte e informar o dar a conocer el deceso de una persona. Concepción Company, filóloga emérita de la UNAM y miembro de El Colegio Nacional señala en su libro Lexicografía hispánica del siglo XXI: nuevos proyectos y perspectivas que existe una relación muy estrecha entre el léxico y la cultura mexicana, que se observa también en el Diccionario de Mexicanismos. “Lo que es importante para un pueblo encuentra siempre manifestación gramatical, ya sea mediante léxico, ya mediante recursos sintácticos, o una combinación de las anteriores estrategias”, detalla.
Este fenómeno, también conocido como lexicalización, indica que los hablantes mexicanos ponemos énfasis cultural y por ende, lingüístico. No hay mejor ejemplo que las numerosas expresiones que existen para nombrar a la muerte. Algunas de estas expresiones refieren a hechos históricos. Chupar Faros, por ejemplo, es una expresión de la época de la Revolución Mexicana, cuando a los condenados a ser fusilados se les ofrecía un cigarro de la marca Faros como última dádiva, según refiere el escritor Gilberto Prado Galán.
Estas son las expresiones más comunes decir que alguien ha fallecido sin nombrar a la muerte:
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