“Comienza una nueva era. Los niños visten de azul, las niñas de rosa”. Estas han sido las palabras de Damara Alves tras asumir el cargo de ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos, miembro del nuevo gobierno de Brasil liderado por Jair Bolsonaro. Posteriormente matizó estas declaraciones: “Hice una metáfora contra la ideología de género, pero los niños y las niñas pueden vestir de azul, rosa, con colores, en fin, como mejor les parezca”.
Aun así, esta distinción a muchos les puede parecer natural y habitual, aunque en realidad no sea más que una convención arbitraria y relativamente reciente: ni los niños han vestido siempre de azul ni las niñas de rosa.
Como ya hemos explicado en Verne con anterioridad, la historiadora Jo B. Paoletti escribe en su libro Pink and Blue: Telling the Girls From the Boys in America (Rosa y azul: diferenciando a las niñas de los niños en América) que en Estados Unidos no se usaron los tonos pastel para los bebés hasta la Primera Guerra Mundial: antes se optaba simplemente por el blanco.
En las clases altas sí era más habitual el uso de colores pastel antes del siglo XX, pero niños y niñas usaban de forma indistinta rosa, azul y otros colores, como explica Valerie Steel, directora del Museo del Instituto de la Moda de Nueva York, en este artículo de la CNN.
En el primer tercio de siglo, muchos fabricantes y vendedores de ropa para niños intentaron establecer diferencias de color con el objetivo de aumentar las ventas, pero no había consenso a la hora de optar por uno u otro.
Por ejemplo, la revista Ladies’ Home Journal recomendaba en 1918 el rosa para los niños, al ser "más decidido y fuerte", según recoge The Guardian. En cambio, las niñas debían vestir el azul, “más delicado y amable”. En 1927 Time publicaba un cuadro que detallaba cuál era la oferta preferente de colores en grandes almacenes estadounidenses, que también recoge Paoletti. Esta tabla refleja que el criterio todavía no estaba claro, pero el 60% de los grandes almacenes prefería el rosa para los niños. Hay que tener en cuenta que el rosa se asociaba al rojo, el color de la sangre y del vigor.
Los tonos pastel (tanto azul como rosa) también se popularizaron entre los bebés europeos, a menudo sin distinción. Y cuando la había, tampoco se seguía siempre el criterio actual. Los orfelinatos franceses utilizaban el azul para los niños y el rosa para las niñas, pero en Bélgica, Suiza y parte de Alemania era al revés. De hecho, Eva Heller explica en su libro Psicología del color que en Alemania esta distinción que ahora nos parece habitual no nace hasta los años 20 y no se generaliza hasta los 70.
A partir de los años 80, el rosa se impuso definitivamente en la paleta de colores en miles de productos para niñas, desplazando a otras alternativas. Hasta el punto de que, según Paoletti, en lo que se refiere a este tema hay mucha más diferenciación por sexos ahora que hace décadas.
No hay una “biología del rosa”
No hay raíces ancestrales que justifiquen que los niños deban ir de azul y las niñas de rosa. De hecho, los niños de menos de dos años prefieren los colores intensos como el rojo y el azul, según la bióloga Anne Fausto-Sterling, y no los colores suaves y pastel.
Además, el color favorito de la mayoría de personas (hombres y mujeres) es el azul, como muestra esta encuesta en diez países de la empresa de opinión pública británica YouGov, en la que al rosa le cuesta colarse entre las cinco opciones favoritas. El azul también es el favorito de las mujeres (aunque con menos ventaja que para los hombres). Después se cuelan el verde o el rojo. Estos datos coinciden con los publicados por Eva Heller en su Psicología del color, que explica que, en general, las preferencias de colores entre hombres y mujeres son similares.
También hay que tener en cuenta que las convenciones sobre los significados de cada color son en gran medida arbitrarias y además cambian con el tiempo. Así, el rojo se suele identificar con la vida, la salud, el vigor, al ser el color de la sangre. Sin embargo, a menudo la connotación del color no tiene que ver con ningún paralelismo: el púrpura se asocia a la nobleza y a los reyes simplemente por lo caro que resultaba conseguir este tinte.
Estos significados también pueden cambiar dependiendo de la cultura en la que estemos. Yellow en inglés significa amarillo y cobarde (a Judas se le vestía en muchos cuadros con este color), pero también se asocia al sol y por tanto a la felicidad y a la nobleza (como en Egipto y China). Y, por supuesto, hay modas: el rosa se llevó durante el Rococó, como se puede ver en el retrato de Luis XVI pintado por Nicolas André Monsiau. Y eso por no mencionar que a lo largo de la historia (y dependiendo del lugar) los hombres hemos llevado vestidos, faldas, medias, pelucas, maquillaje y tacones.
En todo caso y a pesar de lo que diga cualquier ministra, hoy en día podemos comprar y llevar la ropa del color que llevamos. Solo faltaría que nos tuviéramos que sentir culpables por el color de una camiseta.
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