Radiografía de los cuidados en España: femeninos y no remunerados

Aunque este 8-M no está convocada la huelga laboral a nivel estatal, sí se llama a parar otra vez en los cuidados y las tareas domésticas

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Una mujer cuelga un delantal en el madrileño barrio de Quintana. Foto: Víctor Sainz
Una mujer cuelga un delantal en el madrileño barrio de Quintana. Foto: Víctor Sainz

La Comisión 8-M estatal no se ha puesto de acuerdo para convocar este 8 de marzo la tercera huelga laboral. Sin embargo, las asociaciones y movimientos feministas sí han impulsado que se repita la huelga de cuidados: las tareas del hogar también pueden parar en 2020. Entre la avalancha de fotografías y vídeos de los 8-M anteriores, no faltaban las que obligaban a apuntar con los objetivos a los balcones y ventanas. Allí estaban los delantales de las trabajadoras no remuneradas, como Amelia Moya, de 48 años, que salió a las calles de Mérida para pedir igualdad y conciliación, por aquellos años de matrimonio en los que llevó todo el peso del que era su hogar.

El trabajo de cuidados sin retribución económica comprende, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), dos tipos de actividades superpuestas, “las de cuidado directo, personal y relacional, como dar de comer a un bebé o cuidar de un cónyuge enfermo, y las de cuidado indirecto, como cocinar y limpiar”. La OIT considera a la prestación de cuidados no remunerada ”una dimensión fundamental del mundo del trabajo”, tal y como explica en el informe de 2018 ‘El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un futuro con trabajo decente’.

Si la huelga de cuidados fuese secundada por todas las mujeres del mundo, tres cuartas partes del trabajo no remunerado quedarían desatendidas. La OIT publica que en ningún país existe igualdad entre hombres y mujeres en el reparto de esas tareas. Cada día se dedican en todo el planeta 16.400 millones de horas a este tipo de trabajo, lo que equivale a 2.000 millones de personas trabajando ocho horas al día sin cobrar nada a cambio.

Amelia Moya se ocupaba de la mayor parte del trabajo en casa cuando su hijo era pequeño, hace 20 años. Eso le condicionó su vida profesional. Ahora, es la presidenta de la Asociación Violeta de Mérida, donde, entre otras cosas, dinamizan la búsqueda de empleo para aquellas mujeres que se han quedado descolgadas del mundo laboral. “Era peluquera, dejé de trabajar para cuidar de mi hijo, me divorcié, cambié de profesión para poder conciliar y llegar a tiempo a la salida del colegio… Me mudé incluso de ciudad para tener ayuda”, explica Moya, que se ha sumado a este proyecto porque para ella fue determinante el apoyo externo.

Las mujeres son las que asumen la mayor parte de las tareas del hogar

La desigualdad en los cuidados diarios de los hijos y personas dependientes y en la realización de las tareas del hogar es una realidad en España y en el resto del mundo. El Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE) publicó, a partir de datos de 2016, qué porcentaje de europeos y europeas cuidan y educan a sus hijos o nietos, ancianos o personas con discapacidad durante una hora o más cada día. En los hogares de la UE, el 37,5% de las mujeres y el 24,7% de los hombres se ocupan del trabajo no remunerado diariamente. Las cifras en España son muy parecidas: el 39,8% de las mujeres y el 27,7% de los hombres dedican al menos una hora diaria a este tipo de labores.

El EIGE también compara por países cómo se ocupan hombres y mujeres de las tareas del hogar, incluyendo quién prepara la comida. El 78,7% de las mujeres europeas realizan tareas domésticas cada día. El porcentaje de hombres es del 33,7%. En España la implicación de ambos sexos es algo mayor, pero la desigualdad se mantiene: el 84,5% de las mujeres y el 41,9% de los hombres cocinan o hacen otro tipo de trabajo dentro de la casa a diario. 

Esta evidente desigualdad no desaparece en ningún momento de la vida de hombres y mujeres. Si miramos por grupos de edad cómo evoluciona su implicación ante los cuidados de los hijos, ancianos y el trabajo en la casa, no varía mucho. La mayor desigualdad a la hora de cuidar de los hijos se produce entre los hombres y mujeres europeos de entre 25 y 49 años; sin embargo, las mujeres con edades entre 50 y 64 años son las que tienen más responsabilidad en el hogar (cocina y tareas domésticas). La brecha que sí se va estrechando con el paso de los años es la de la vida social: los hombres, hasta los 49 años, dedican más tiempo al ocio que las mujeres, pero estas a partir de los 50 toman la delantera y se colocan por delante de ellos a la hora de practicar deporte y actividades culturales y de ocio.

También conocemos cuántas horas a la semana se dedican a los cuidados en los hogares españoles. Tal y como recoge el Instituto Nacional de Estadística (INE) a partir de los últimos datos disponibles (2016), las mujeres dedican 20 horas semanales a cocinar y a las labores domésticas, por 11 que invierten ellos. En cuanto al cuidado de los hijos, las españolas dedican 38 horas cada semana; los españoles, 23.

El peso de la casa, clave para renunciar a trabajar

La Organización Internacional del Trabajo desvela que el motivo de que casi la mitad de las mujeres de todo el mundo no tengan un trabajo remunerado es porque trabajan en casa. Solo el 6% de los hombres justifica su inactividad por este motivo. En España, las mujeres en esa situación son el 25%, mientras que los hombres que no trabajan fuera de casa por hacerlo dentro de ella son el 3%. 

Si echamos un vistazo a los datos de algunos de los países de nuestro alrededor, vemos cómo ni en Italia, ni en Portugal, ni en Francia el porcentaje de mujeres que renuncian a trabajar fuera de casa por los cuidados no remunerados supera al de España.

¿Quién modifica su trabajo?

En 2018, el 24% de las mujeres españolas que trabajaban lo hacían en un empleo a tiempo parcial. Los datos, recopilados por el INE, desvelan que el 16% de ellas tenía ese tipo de jornada para cuidar de sus hijos o de personas dependientes (enfermos, familiares o amigos). Este fue el porqué del 1,9% de los hombres, que contestaron antes que eligen el trabajo parcial por “otros motivos” (18%) y porque de este modo pueden seguir “cursos de enseñanza y formación” (13,4%). De ellas, el 6% contestó que el motivo era continuar estudiando.

Lioba González es fisioterapeuta, vive en Calpe (Alicante) y tiene 33 años. Cuando nació su hija se pidió una excedencia de un año porque su familia vive lejos, veía a la niña muy pequeña para dejarla con alguien y, además, quería seguir con la lactancia hasta los seis meses. “Mis ahorros volaron en este tiempo”, cuenta a Verne por teléfono. Después de plantear a su empresa teletrabajar o adaptar su jornada de algún modo que le permitiese conciliar mejor, ha tenido que optar por reducir sus horas laborales a 29 a la semana. Su pareja, funcionario, también ha modificado su horario, entra y sale antes para llegar a tiempo a la guardería.

La desigualdad también existe cuando se trata de adaptar los trabajos para cuidar de los hijos (cambiando de empleo, reduciendo la jornada, pidiendo tareas menos exigentes, etcétera). En 2018, según Eurostat, el 27% de los ciudadanos de la UE reconocieron haber alterado de algún modo su trabajo por estas labores. Entre esos trabajadores, había el doble de mujeres que de hombres. 

También son ellas las que más interrumpen sus carreras profesionales por el cuidado de los menores. La oficina europea de estadística difundió que en la UE una de cada tres mujeres (el 33%) dejó de trabajar al menos seis meses tras la maternidad. El porcentaje de hombres en esta situación era del 1%, y en ningún país, salvo el Suiza (13%), esa proporción superaba el 4%. Esta brecha entre hombres y mujeres es de 14 puntos porcentuales en España, la tercera más baja de la Unión Europea.

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