Yanny o laurel, el vestido bicolor y otros dilemas que dividieron internet

Todos ellos nos han enseñado cosas interesantes sobre cómo funcionan nuestro cerebro y la percepción

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Montaje a partir de una foto de Anna Peisl
Montaje a partir de una foto de Anna Peisl.

Hace dos años empezó a circular en redes sociales la grabación de una sola palabra acompañada de la siguiente pregunta: "¿Qué oís? ¿Laurel o yanny?". Las dos opciones parecen suficientemente distintas como para que no haya ningún debate. Y es muy probable que escuches una de ellas con absoluta claridad. Sin embargo, las dudas surgen cuando lees las respuestas de los demás. En Verne publicamos entonces una encuesta en la que, con más de 4.500 votos, un 53% de los participantes escuchaba "yanny", un 41% escuchaba "laurel" [que pronunciada en inglés suena casi como "lorel"] y un 6% no se decantaba ni por una ni por otra. ¿Cómo pueden estar tan divididas?

Este mismo dilema ha empezado a circular otra vez en las redes sociales, ya sea vía WhatsApp, Instagram o Twitter o cualquier otra. Concretamente en Twitter, en la mañana del miércoles 8 de abril, la etiqueta #Yanny se había utilizado en España más de 40.000 veces, mientras que la etiqueta #Laurel superaba las 35.000 menciones, unas cifras muy elevadas para esta plataforma.

El origen de este debate, convertido ya en un clásico en Internet, se remonta al 11 de mayo de 2018, cuando una estudiante estadounidense, Katie Hetzel, compartió la grabación en su cuenta de Instagram. Con el paso de los días, el debate recibió un empujón definitivo con su popularización en redes sociales o en foros como Reddit.

En aquella ocasión, los medios de comunicación contactaron con muchos expertos para que les explicaran por qué dos palabras en apariencia tan distintas podían confundirse tanto. Este artículo de The Verge, por ejemplo, cuenta que los patrones acústicos de ambas palabras son muy similares, lo que provoca que puedan entenderse de ambas formas. De hecho, variando la frecuencia de la misma grabación, se puede oír de forma mucho más clara una de las dos palabras: cuanto más baja la frecuencia, con más claridad se escucha "yanny"; y cuanto más alta, más fácilmente se oye "laurel". Según la sensibilidad que tenga cada uno captando frecuencias, es probable que escuche una u otra.

Lejos de amainar, el debate siguió circulando durante varios días hasta que pudimos conocer la historia completa. La revista de tecnología y cultura Wired contó que Hetzel se encontraba estudiando para su clase de Literatura Universal del instituto y "laurel" era parte del vocabulario de la asignatura. Entonces, se metió en una página para aprender vocabulario en inglés llamada Vocabulary.com. Y, al igual que tantísimas personas, al reproducir el audio en la web no escuchaba "laurel" sino "yanny". Entonces decidió compartir sus dudas en su cuenta de Instagram y ya conocemos lo que vino después.

Wired se puso en contacto con Mark Tinkler, el cofundador de Vocabulary.com, quien explicó que para grabar los audios de las palabras de su página habían contratado "a un puñado de cantantes de ópera" porque, debido a que cantan en obras en muchos idiomas, dominan el alfabeto fonético internacional. El audio de "laurel" fue grabado por uno de ellos, aunque Tinkler no llegó a revelar su identidad. Solo dijo que también era el autor de las pronunciaciones de unas 36.000 palabras en la página web. ¿Qué es lo que escuchas? Puedes votar en la siguiente encuesta:

El vestido bicolor y otros dilemas visuales

Ahora que conoces la respuesta correcta, sin embargo, es probable que sigas escuchando la palabra "yanny" en vez de "laurel". Es el equivalente sonoro, por ejemplo, al famoso dilema del vestido blanco y dorado (o azul y negro), que en Internet fue bautizado como #thedress. En aquella ocasión, el miércoles 25 de febrero de 2015, la usuaria de Tumblr Swiked colgó una foto del famoso vestido preguntando a sus seguidores si lo veían blanco y dorado, o azul y negro. Buzzfeed fue uno de los primeros medios en hacerse eco de ese debate, y las respuestas de sus lectores dejaban claro que no habría unanimidad: "Si eso no es dorado, nada en mi vida tiene sentido", afirmaba uno de ellos.

Entonces los medios también se apresuraron a recopilar respuestas de los expertos. En Vice, por ejemplo, le preguntaron a Neetzan Zimmerman, uno de los máximos expertos (y creadores) de contenido viral, exredactor estrella de Gawker, web estadounidense especializada en esta clase de historias. Zimmerman no recordaba ningún meme que hubiera crecido tan deprisa, y aseguraba que tenía "todas las cualidades de un éxito viral: es tonto, divide, es visual y eminentemente compartible".

Pero ¿de qué color es realmente la dichosa prenda? La respuesta correcta es que el vestido es azul y negro, como confirmó la marca Roman Originals, su creadora, en las redes sociales. Pero quizás la pregunta más relevante sea: ¿cómo es posible que las personas lo percibamos de manera tan distinta? En la época en que surgió el debate, en Verne publicamos un artículo titulado "Por qué unos vemos el vestido bien y el resto no tenéis ni idea", en el que tratábamos de ofrecer una respuesta.

Julio Lillo Jover, catedrático de Ergonomía de la Universidad Complutense de Madrid y coautor de Percepción del color y daltonismo, nos habló entonces de lo que se conoce como "constancia parcial del color", que hace que tendamos a ver los mismos colores aunque la iluminación varíe. Si llevamos una camisa blanca, la veremos blanca con independencia de si estamos al aire libre o bajo una bombilla de luz más amarillenta, por ejemplo. El cerebro compensa la iluminación del entorno y produce un resultado similar. Si no lo hiciera, nos dijo, "funcionalmente sería un desastre".

En el caso del vestido nos resultaba imposible saber, viendo solo la fotografía, si nos encontrábamos ante un vestido azul bajo una luz clara o ante un vestido claro bajo una luz azulada. La fotografía, por tanto, no proporcionaba ni la suficiente información ni el suficiente contexto como para que nuestro cerebro pueda interpretarla sin ambigüedades, por lo que opta por una interpretación basada en detalles como el monitor o la luz ambiental. Además de eso, una vez vemos la imagen de un color, nuestro cerebro tiene tendencia a seguir viéndolo de la misma forma. ¿Y de qué colores lo ves tú? Puedes votar en esta encuesta:

Al año siguiente, en 2016, vivimos una discusión semejante a la del vestido, aunque en esta ocasión a propósito de una chaqueta de chándal, en un debate que muchos usuarios de internet bautizaron como #thejacket. Como en el caso del debate en torno al vestido, el de la chaqueta de chándal también surgió en Tumblr. La usuaria de la cuenta poppunkblogger, que se identificaba como Nina Penzo, lanzó la pregunta, pidiendo perdón de antemano. "Siento crear otro meme del estilo del vestido azul/negro y blanco/dorado, pero mi amiga tiene esta chaqueta y dice que es blanca y azul, aunque yo lo veo negra y marrón. Por favor, contadme qué veis", decía en su publicación que incluía una fotografía de la prenda.

Este debate alcanzó menos repercusión que el del vestido, aunque algunos personajes famosos también lo comentaron en redes sociales. El cantante y youtuber Ricky Dillon, por ejemplo, se pronunció afirmando que la chaqueta era verde y marrón. En el bando contrario, la modelo Kylie Jenner se decantó por la opción azul y blanca. Estos dos ejemplos sirven para ilustrar cómo en este caso tampoco hubo mucha unanimidad, básicamente por las mismas razones que en el caso del vestido. ¿De qué colores ves tú la chaqueta?

Solo unos meses más tarde, unas chanclas encendieron nuevamente el debate. En esta ocasión, los colores que se apreciaban en la fotografía, compartida el 17 de noviembre de 2016 por la brasileña Vanessa Marques en Facebook, eran exactamente los mismos que los del vestido.

En esta ocasión, se lo preguntamos directamente a Havaianas, la empresa que fabrica estas chanclas, la cual nos confirmó que el color real del modelo es azul y azul oscuro. Esta es la imagen del calzado que aparece en un catálogo online de la marca, si bien ese par concreto no está a la venta en España:

Y en 2017 apareció un debate semejante, esta vez a causa de unas zapatillas. La imagen, que saltó a Twitter desde Instagram, planteaba dudas sobre si los colores de unas zapatillas eran gris y celeste o rosa y blanco.

Curiosamente, a este debate le ocurrió lo mismo que al del audio de "laurel" y "yanny", ya que cobró vida otra vez en redes sociales dos años después de su aparición original. Sin embargo, en el caso de estas zapatillas, el debate renació acompañado de un bulo que daba una supuesta explicación científica a que lo percibiésemos de manera distinta: "Si el hemisferio derecho domina tu cerebro, la verás de color rosa y blanca; si controla el hemisferio izquierdo, la verás gris y turquesa", se leía en un mensaje falso que empezó a circular en inglés y luego en castellano.

En aquella ocasión, José Antonio Aznar, catedrático de Percepción y Atención Visual en la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona, zanjó la discusión de manera tajante: "Es una falacia increíble sin ningún rigor científico", explicó a Verne. "Lo que captamos con el ojo va a parar a los dos hemisferios cerebrales. Sí que hay diferencias entre hemisferios cuando se trata del lenguaje o la percepción espacial, pero jamás en lo relacionado con la percepción del color", añadió.

Más allá de los colores, es probable que nuestra percepción nos juegue malas pasadas con las formas. Es el caso de un dilema que planteó en octubre de 2018 la estadounidense Catherine McIver en su cuenta de Facebook. La imagen original se compartió más de 159.000 veces en dos semanas y circuló mucho en España a través de WhatsApp con el siguiente mensaje: "Mira los platos. Están boca abajo, pero no todos... En cuanto veas los que están boca arriba, todos los demás se darán la vuelta. Cosas de la cabeza".

Para aquellos que aprecian el efecto óptico, la explicación se encuentra en la luz. "Se trata de una ilusión de profundidad que se genera a través del sombreado", nos explicaba entonces el propio José Antonio Aznar. Este profesor nos recordaba que los primates estamos condicionados biológicamente a percibir la luz en una dirección de arriba a abajo, algo que no ocurre en la imagen de los platos. "Desde hace medio millón de años, los primates están acostumbrados a que la luz nos llegue desde el sol, desde las farolas o desde los focos. En esta fotografía, la dirección de la luz es ambigua. Si se hubiera respetado la dirección de arriba a abajo, todos verían lo mismo. Al no hacerlo, hay dos respuestas cognitivas a un mismo estímulo físico", añadía.

¿Y por qué unos aprecian el efecto óptico y otros no? El profesor de la Universidad de Barcelona apuntaba a que los movimientos oculares de cada persona pueden influir en esta diferencia de apreciación. "Por ejemplo, quien suele hacer de forma inconsciente un barrido visual de arriba a abajo no lo apreciará como quien lo haga de abajo a arriba", nos contaba.

En Verne también os hemos hablado de algunas imágenes fijas que nos transmiten sensación de movimiento. "Guau, este gif es muy loco", dice el tuit que comparte esta imagen, antes de añadir que, aunque lo parezca, no se trata de una imagen en movimiento, sino de una ilustración estática.

En aquella ocasión, Susana Martínez-Conde, directora del laboratorio de neurociencia de la Universidad Estatal de Nueva York, nos explicó que se trata de una versión de las serpientes giratorias del psicólogo Akiyoshi Kitaoka. En este tipo de imágenes no solo influye la sucesión de tonos claros y oscuros, sino también los movimientos de los ojos: si los movemos y nos vamos fijando en diferentes partes de la ilustración, contribuimos a crear la sensación de movimiento.

Pero, como en el caso inmediatamente anterior, hay gente que no percibe la sensación de movimiento. Esto puede deberse a que la pantalla del móvil sea demasiado pequeña o a que su resolución no permita apreciar bien el contraste de los tonos. Pero también hay otra posibilidad: "La mayor parte de la gente de entre 25 y 35 años ve esta ilusión sin problema, pero a medida que envejecemos se hace más difícil", cuenta Martínez-Conde. "No se sabe por qué y no siempre ocurre. Se trata de gente que está cognitivamente bien y que no tiene ningún problema de visión. Además, es algo que pasa con la ilusión de las serpientes giratorias, pero no con otras ilusiones de movimiento".

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