En México todo el mundo sabe quién es AMLO. Las iniciales del presidente Andrés Manuel López Obrador son casi tan poderosas como el nombre completo del mandatario. En campaña, en merchandising o en los encabezados de los periódicos, las cuatro letras son del dominio público desde que en 1995, el político las utilizó para la llamada 'Caravana por la Democracia' para denunciar fraude electoral cuando se presentó a la gubernatura de Tabasco, señala la revista Proceso.
Esta semana tanto López Obrador como Beatriz Gutiérrez Müller recibieron los títulos de registro de marca industrial del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) que otorgó a ambos la titularidad de la marca tanto de sus nombres, como de sus iniciales durante 10 años. Esto significa que si alguien quisiera utilizar el nombre del presidente o de su esposa para poner un restaurante, un gimnasio o crear una marca de ropa o de mezcal, se toparía con un impedimento legal porque el nombre AMLO ya tiene dueño.
Hasta 2030, López Obrador y Gutiérrez Müller tienen los derechos de sus marcas para publicidad, gestión de negocios comerciales, administración comercial y trabajos de oficina. También para emplearla en servicios educativos, de entretenimiento, actividades deportivas y culturales.
Hay todo un concepto en torno a AMLO que se asocia a su trayectoria en la política, la lucha social y una serie de valores que aunque no son compartidos por todos los mexicanos, siguen asociados al presidente. “Se le relaciona con honestidad, combate a la corrupción y cambio”, apunta Armando Ruiz, profesor de Márketing del Instituto Tecnológico de Monterrey.
“AMLO ha conseguido capitalizar su marca personal y que la gente se relacione emocionalmente con ella. Es innegable que es de los políticos más queridos y de los que más ha polarizado. De hecho, no tiene seguidores, tiene auténticos fans y eso se nota en el uso que le dan a su marca”, señala. "Desde antaño se le relaciona con ser un luchador social", coincide Ana Elisa Crespo, abogada experta en propiedad intelectual.
Durante la campaña de 2006, un dibujo del monero Hernández que mostraba al presidente de manera afable, con el lema ‘Sonríe, vamos a ganar’ fue utilizado para decorar y vender playeras, tazas, peluches y todo tipo de merchandising. “La gente aprovechó el furor por López Obrador para vender estos productos”, señala Ruiz.
Según la Ley actual vigente de la Propiedad Industrial, nadie que no sea esa persona puede registrar una marca con el nombre, la cara o incluso la voz de un personaje famoso o conocido, a no ser que cuente con su consentimiento expreso. En 2005, Carlos Alberto Puga Bolio, actual director del área del corredor interoceánico del Istmo de Tehuantepec, de la Secretaría de Hacienda, registró la marca AMLO con la imagen de un pejelagarto -una especie típica de Tabasco y pseudónimo con el que también se conoce a López Obrador- para evitar que fuera utilizado por la oposición y se desvirtuara su imagen.
“La tirada es evitar que la gente haga un uso bueno o malo de la marca, ya que aprovechándose del nombre y la notoriedad que tiene el presidente, alguien puede aprovecharlo para sacar beneficio”, puntualiza Ana Elisa Crespo. Desde 2008, existen solicitudes en el IMPI para registrar el nombre de López Obrador. Una de ellas, para crear una marca de bebidas alcohólicas.
Cada registro de una marca en el IMPI cuesta 2.813 pesos (130 dólares) En este caso, tanto López Obrador con Gutiérrez Müller hicieron cuatro registros cada uno, por lo que el monto total pagado al IMPI asciende a 22.504 pesos (1.071 dólares). No es la primera vez que un presidente o expresidente realizan este procedimiento, por ejemplo, Enrique Peña Nieto también registró su nombre como marca en 2010.
“Hemos pasado del culto a la personalidad como en el caso de Fidel Castro o Mao, a la de los políticos ‘figuras pop’ al lado del capitalismo. Por ejemplo, Donald Trump también tiene registrada su marca”, agrega Armando Ruiz. El especialista en mercadotecnia considera que vivimos en la época de los ‘políticos marca’ que sacan partido a su popularidad para impulsar su carrera, aumentar su marca personal y quien sabe si en un futuro, vender productos con su nombre y llevarse parte de las ganancias.
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