Con un pie en cada relato: la conquista, vista por jóvenes nacidos en América y emigrados a España

Cada 12 de octubre, estos jóvenes reflexionan especialmente sobre su identidad

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Desde que la reina María Cristina lo declaró oficialmente en 1892, el 12 de octubre ha permanecido inalterable como día festivo. Pero no ha ocurrido lo mismo con su denominación, que ha sufrido vaivenes a lo largo de la historia. Día de la raza y Día de la Hispanidad fueron sus denominaciones oficiales antes de que, en 1987, el BOE publicara su nombre actual, Día de la Fiesta Nacional.

Pese a los cambios de nombre, hay un hecho que permanece inamovible, y es que es el día en que Cristóbal Colón llegó al continente americano. Esta efeméride suele suscitar un debate sobre el papel de los españoles tras su llegada al continente, entre quienes lo perciben como algo positivo y aquellos que lo ven como algo negativo. Un debate que en los últimos años ha vivido episodios importantes, como la carta que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, envió el año pasado a Felipe VI, instándole a que pidiera disculpas por aquellos hechos.

Para muchos jóvenes de origen americano que migraron a España cuando eran niños, además, este día supone también un choque cultural, ya que lo han vivido desde ambos lados. Hemos preguntado a tres jóvenes, integrantes de la generación más diversa que ha tenido España, cómo lidian con las distintas versiones de la historia, qué informaciones han recibido en su educación y cómo esto afecta a su doble identidad.

Celeste Navarro (Perú, 25 años)

Celeste Navarro. Foto cedida

Aunque Celeste nació y vivió en Perú, a los nueve años se trasladó a España junto a su familia. Para ella, el choque cultural no fue inmediato: “Lo estoy viendo más ahora que cuando era pequeña. Por aquel entonces nada más llegar hice amigos y la única diferencia que veía es que en España los niños no eran tan recatados”.

Celeste reconoce haber dedicado los dos últimos años a reflexionar más que nunca sobre su sentimiento de pertenencia. “Llevo más tiempo de mi vida aquí pero no puedo decir que me sienta completamente española. Cuando hablo con peruanos me doy cuenta de que no conozco al 100% la historia de mi país. Intento investigarlo por mi cuenta, aunque no es lo mismo que cuando te lo explican en el colegio”.

Un ejemplo de esa búsqueda es que hace unos meses, la joven decidió ver en la televisión un documental sobre “la conquista del Imperio inca”. En él, se hablaba del viaje con intención colonizadora de los conquistadores Francisco Pizarro y Diego de Almagro desde Panamá hasta Perú. Y, según cuenta, aquellas imágenes le causaron “dolor" por su pueblo. Celeste aún sigue reflexionando mucho sobre el tema, según reconoce, pero le cuesta entender que actualmente sea un motivo de orgullo.

Aunque su recuerdo se halla borroso por el paso del tiempo, recuerda que en su escuela peruana le hablaban de los enfrentamientos y los saqueos del pueblo español al pueblo indígena. Sin embargo, Celeste cuenta a Verne que recuerda mucho más la celebración del 28 de julio, Día de la Independencia de Perú: “Se hacen fiestas, se sale a desfilar y se realizan acontecimientos en los colegios”. Para ella es muy difícil explicar ese sentimiento de tener una doble identidad. “Me encantan los dos países, pero es como estar en el medio. No me siento ni de aquí ni de allí”, afirma. Y asegura que cuando tenga hijos quiere enseñarles las cosas buenas que ha aprendido de cada país: “Personalmente trato de captar lo bueno de ambas culturas”.

Diego Mojica (Bolivia, 24 años)

Diego Mojica. Foto cedida

Diego nació y se crio en Bolivia hasta los seis años. Entonces, una oportunidad laboral trasladó a toda la familia hasta Argentina. Más tarde, cuando Diego tenía nueve años, decidieron abandonar Latinoamérica y poner rumbo a Madrid. “Cuando llegué a España el mayor contraste fue el acento. Había palabras que no se decían igual, lo que me dificultó expresarme y me hizo reprimirme al hablar”, comenta el joven de 24 años sobre sus primeras impresiones en el país.

La primera vez que escuchó la historia de la conquista fue en España. En sus colegios de Bolivia y Argentina no recuerda que abordaran el tema. “Al principio me chocó porque me explicaron que hubo mucha violencia. Yo no sabía cómo gestionarlo, me decía: “¿Debo tomármelo mal y ser fiel a mi cultura de origen? ¿O tomármelo bien porque España ha sido un país que me ha abierto muchas puertas?”. Entonces, Diego recordó algo que su padre le repite a menudo: “Cuando te cuenten algo siempre tienes que intentar entender el contexto y buscar otra perspectiva. Así que entendí que eran otros tiempos y que las cosas se hacían de otra manera. Si te pones a pensarlo con la mentalidad actual siempre vas a tener rencor. Cuando te adaptas a la historia del momento puedes llegar a comprenderlo”.

Aunque sus padres tienen ascendencia indígena boliviana también gozan de antepasados japoneses -por parte de su padre- y españoles -por parte de su madre. Él cree que la variedad en sus raíces y los diferentes países en los que han vivido son la razón por la que su familia tiene una mentalidad abierta. Según recuerda: “Nunca me dijeron nada de que aquello fuese una masacre ni tampoco me fomentaron un odio a este hecho histórico”. Actualmente algunos de sus amigos españoles bromean sobre la conquista, pero él no se lo toma a mal porque considera que ocurrió en otros tiempos.

Aunque el 12 de octubre no hace nada especial, disfruta de los desfiles militares y el izado de la bandera. En una ocasión le invitaron a una reunión por el Día de la Fiesta Nacional: “Era una comida donde había gente de muchos países latinoamericanos y también españoles. El fin era intentar que todo el mundo conociera las diferentes razas y culturas. Me gustó mucho porque hablé con mucha gente y nos conocimos más los unos de los otros”.

Victoria Ivanna López (Argentina, 18 años)

Victoria Ivanna López. Foto cedida

Victoria nació en Argentina, de madre ucraniana y padre argentino, y con solo dos años se trasladó a España, donde ha permanecido a excepción de los 12 meses en los que vivió de nuevo en el país de su padre, cuando ella tenía 10 años. Buceando entre los recuerdos de aquella época, Victoria considera que el 12 de octubre recibe una consideración muy distinta en España y en Argentina.

“Allí cuando se explica hay un sentimiento de lástima o pena por las pérdidas. A mí me lo explicaron dando más visibilidad a las pérdidas humanas y la esclavitud. En cambio, en España he escuchado a gente que lo cuenta como una gran hazaña, como si los españoles hubiesen hecho un gran favor por la transferencia cultural y tecnológica”. Victoria encuentra que en España hay bastante gente que no se ha detenido a valorar el trasfondo de la festividad desde el punto de vista de la población americana.

En una ocasión, no pudo evitar discutir con su profesor de inglés, ante comentarios que le parecieron ofensivos y fuera de lugar: “Él decía que los españoles aportaron un gran avance cultural a los nativos y por ello era motivo de orgullo, mientras que yo lo veía de otra manera y le comenté que la gente que tuvo que morir para que eso ocurriera fue un precio muy alto. Tuvimos un pequeño choque, pero no le di importancia. Al no ser un amigo o un familiar su opinión no me parecía tan importante. Por el contrario, cuando mi profesor de historia ha explicado el hecho histórico ha tratado de ser imparcial, contando los hechos sin valoraciones para no entrar en polémicas”.

Sin embargo, la joven, que ahora tiene 18 años, reconoce que cada país tiene sus propios mecanismos de exaltación patriótica. Por ejemplo, durante su estancia en Argentina, cada mañana en su colegio "era indispensable ponerse frente a la bandera y recitar el himno”. En España, en cambio, no ha encontrado esas muestras tan cotidianas. Y también recuerda que, cada 20 de junio, debían juntarse los niños y niñas de 4º grado de la escuela primaria -equivalente a 4º de primaria en España- para hacer una promesa de lealtad a la bandera. El objetivo es que los jóvenes se sientan identificados y unidos por este símbolo.

Para Victoria su triple identidad le ha aportado una visión más global y le ha ayudado a conectar con otros. “Como me he mudado muchas veces he tenido que conocer a muchas personas nuevas y al presentarme suelo mencionar mis raíces. A muchos les resulta curioso. Utilizo ese rasgo de mi identidad como puente para que la gente sepa quién soy”, afirma.

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