Clara tiene poco más de un mes de vida, nació el 1 de diciembre de 2020. Cuando sea mayor podrá contar que vino al mundo en medio de una pandemia. Y no solo eso, también que cuando sus padres conocieron la noticia de su embarazo a finales de marzo de 2020, su padre había dado positivo en covid-19 y estaba confinado en una habitación de su casa, así que no pudo ni siquiera abrazar a su madre. Nueve meses después, cuando Clara estaba lista para nacer, fue su madre quien había contraído la enfermedad. Así, la pequeña nació en una habitación de hospital rodeada de trajes EPIs –hasta su padre vestía uno– y gracias al reflejo de la pantalla protectora de la matrona, su madre pudo ver cómo salía de su interior.
Clara es uno de los primeros bebés considerados “hijos de la pandemia”, aquellos concebidos y gestados durante la crisis sanitaria global que comenzó en marzo del año pasado y que a principios de 2021 encara su tercera ola. Según UNICEF, para este año se espera que nazcan 140 millones de niños y niñas en todo el mundo.
Los padres de Clara nunca habían imaginado ser padres en estas circunstancias, tampoco los de Leo y Macarena, o los de Álex –al que todavía le queda un mes para nacer–. Hemos hablado con sus madres y padres para saber cómo influye una pandemia en la decisión de tener un hijo y cómo han vivido sus embarazos ante una situación tan atípica.
Plantearse tener un hijo durante una pandemia
Ninguno de los entrevistados pensaba que la pandemia se alargaría tanto. "Por aquel entonces (marzo) pensábamos que sería una especie de gripe y que para verano todo se habría terminado”, cuenta a Verne por teléfono desde Logroño Cayetana Escorza, la madre de Clara. Ni ella ni su pareja, Diego Cordón, planeaban tener un bebé en 2020, pero “debido a nuestras edades (35 y 36 años, respectivamente), decidimos seguir adelante con el embarazo”.
Laura Martínez y su marido, Alejandro González (ambos de 34 años), viven en Madrid y llevaban tiempo planeando tener a Leo –que nació el pasado 3 de enero–; aprovecharon “la relajación del confinamiento” para concebirlo. En ese momento, Martínez estaba en ERTE (regresó a su puesto de trabajo en septiembre) y su marido conservaba su trabajo, así que la seguridad económica contribuyó a su decisión de ser padres. Según un estudio reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el gasto medio anual por hogar durante el primer año de vida de un hijo es de 642 euros al mes.
Además del sanitario, otro de los efectos de la pandemia ha sido el económico. Solo en España, se han destruido 360.000 empleos en 2020. “Como llevábamos planeando tener un bebé desde hace tiempo, habíamos creado un pequeño colchón económico. Si las circunstancias hubieran sido otras, hubiésemos tenido que replantearnos nuestra decisión”, cuenta Martínez.
Un seguimiento del embarazo distinto
Leo nació justo a tiempo para que su padre pudiese tener las mismas semanas de permiso que su madre (16), una medida que entró en vigor el mismo 1 de enero de 2021. Pau Escoda (30 años) también disfrutará de ese permiso cuando su hijo Álex nazca en febrero. “Y menos mal porque la verdad es que la pandemia está afectando mucho la atención sanitaria. Los padres ya no podemos entrar a las ecografías por las restricciones. Es injusto, nosotros también formamos parte de esto”, lamenta Escoda desde Barcelona.
Su pareja, Ara Luna (28 años), explica al otro lado del teléfono "el sentimiento de abandono" que han tenido a lo largo del embarazo: “Al principio, en mayo y junio, nos cancelaban citas cada dos por tres. Después, menos las ecografías, todo ha sido por teléfono”, cuenta la joven sobre su experiencia en la sanidad pública. Hasta las clases de preparación al parto se realizan ahora por Zoom.
Lara Palomino y Sergio Gómez están embarazados de cuatro meses, pero todavía no conocen a su matrona. En este caso, les sorprende todavía más porque tienen la experiencia de un embarazo anterior a la pandemia. “No me alarmó porque no es mi primer hijo y no tengo esas preocupaciones de las primeras veces, pero me da rabia que se estén haciendo las cosas así; no me quiero imaginar lo que están pasando los padres primerizos”, dice la madrileña de 33 años.
A la alegría de estar embarazada, la pandemia ha sumado una emoción más, y no positiva precisamente. “Si un embarazo trae consigo siempre algo de preocupación por que el bebé se desarrolle bien, en este caso con el coronavirus, la preocupación se convierte en miedo porque las embarazadas somos grupo de riesgo”, cuenta la enfermera Amparo Sanz (27 años), que el 16 de diciembre dio a luz a su hija Macarena en Madrid, donde reside junto a su pareja Marco González (29 años). Cuando se enteraron de que esperaban su primer hijo, ella había dado positivo por covid-19. “Sin saber cuánto duraba la inmunidad o cómo podía afectar al feto… No te das cuenta, pero esa incertidumbre también genera estrés y eso no es bueno para ningún embarazo”, añade Sanz que, afortunadamente, no tuvo ninguna complicación durante los nueves meses.
La enfermera siguió trabajando hasta que el riesgo se hizo palpable. “Me costó mucho tomar la decisión porque el personal sanitario es ahora más necesario que nunca, pero cuando a finales de octubre la situación se desbordó de nuevo tuve que cogerme la baja”, explica.
Y un parto atípico
Ninguna de las recientes mamás imaginó que darían a luz en unas circunstancias tan atípicas. “Tratar de respirar con la mascarilla durante el parto es muy difícil”, cuenta Laura Martínez. “Luego te entregan a tu hijo y así es cómo te ve por primera vez, con la mascarilla puesta. No sé si me va a reconocer más adelante", bromea.
En el caso de Cayetana Escorza no pudo estar con su hija en sus primeras horas de vida como le hubiera gustado. “Como yo era positivo por coronavirus, me dejaron hacer piel con piel cuando nació, pero a las pocas horas se la llevaron y a mí me llevaron a una planta covid. A los dos días nos dieron el alta y nos fuimos a casa. Le pude dar el pecho, pero sin quitarme la mascarilla en ningún momento hasta que cumplí los diez días de cuarentena”, cuenta Escorza. La joven puede bromear ahora sobre lo vivido, “digno de una peli de Almodóvar y que le contaremos a Clara cuando sea mayor”.
Otra de las situaciones que han cambiado con la pandemia son las visitas de las familias para conocer a los recién nacidos. Eso es lo que peor lleva Ara Luna que cree que las restricciones no permitirán a sus padres viajar desde Andalucía a Barcelona –donde reside actualmente– cuando su hijo nazca en febrero. Lara Palomino tampoco confía en que la situación sanitaria cambie mucho para junio, cuando sale de cuentas, pero prefiere verle el lado positivo. “Ahora que no dejan visitas en los hospitales, igual no nos atosigan tanto”, dice recordando su anterior embarazo. “Pero aunque ahora me ría, sé que me va a dar mucha pena que mi madre no esté allí esta vez”.
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