Olalla Sánchez, periodista de La Voz de Galicia, estaba pasando un fin de semana de 2007 en una localidad costera gallega, cuando vio una canalización digna de un MacGyver en horas bajas, rematada con barreños y cubos de plástico. No sólo la publicó, sino que en el periódico se pidió además la participación de los lectores, con lo que arrancó una de las secciones más populares de este medio: Chapuzas gallegas.
La primera que llamó la atención del público de forma masiva, atrayendo una lluvia de colaboraciones, fue el llamado Manneken Pis de Chantada: un desagüe que acaba en un muñeco y que reune “todos los elementos de una chapuza gallega, en especial la sorpresa -nos explica la propia Olalla Sánchez-. Cuando la gente se enviaba selecciones por correo electrónico, esa foto siempre estaba”.
Como se puede apreciar, las chapuzas gallegas son soluciones que reúnen “ingenio, sorpresa y humor”, en palabras de Sánchez, que resume la sección como una “denuncia con una sonrisa”. Este es el criterio principal para seleccionarlas. “Descartamos muchas”, añade, sobre todo las que parecen creadas para la foto.
Hay rasgos y elementos identificativos que se repiten y que forman este estilo propio de pequeña arquitectura urbana. Por ejemplo, macetas de todo tipo.
Esta fue una de las fotos favoritas de los lectores en 2007: cada año, se seleccionan diez de la web y se publican en la edición en papel del diario, para que los lectores voten y decidan las tres mejores. El diario localiza y visita a estos ingenieros del reciclaje, con el objetivo de preguntarles de dónde salió la idea.
“Cuando hablamos con ellos, se sorprenden” -nos cuenta Sánchez-. “Les extraña que su arreglo pueda ser conocido”. Por ejemplo, el autor del bautizado como “Correo Caliente” no entendía cómo la imagen de su horno había podido salir del pueblo. En este caso, se trataba de una foto hecha por un peregrino del Camino de Santiago, cosa que además ocurre en muchas ocasiones y da una idea acerca del alcance que tiene la sección incluso fuera de Galicia.
La reacción de los entrevistados suele ser “de sorpresa, pero muy positiva. No tienen problema en explicar su solución y además la defienden”. Hoy en día, la mayoría ya sabe que ha salido en el diario, gracias al aviso de familiares: en el caso del señor del horno, sus hijos se lo contaron en cuanto lo vieron.
Como se puede apreciar, lo que domina es el humor, incluido el humor negro de este cartel que indica el camino al cementerio de O Valadouro.
También se juega con “los elementos típicos gallegos, en todas sus versiones”, como cruceiros y hórreos.
Los espantapájaros modernos son otro clásico de la sección.
Las marquesinas se reutilizan a menudo, como se aprecia en estas imágenes que además del ingenio, muestran lo que sucede en parte de la Galicia rural: “Se trata de pueblos ya sin niños, por lo que no se utiliza la parada del autobús escolar. Los pocos vecinos se reunen allí y, como en verano hace mucho calor, trajeron unas persianas de sus casas”.
Es un pueblo sin otros centros para reunirse. Es decir, “tenían un problema y buscaron una solución”, en una tendencia que la coyuntura actual ha acentuado: “La crisis ha agudizado el ingenio. Antes no se usaba tanto reciclaje".
Un caso parecido es el de estos vecinos que aprovecharon los asientos de un viejo autobús para disponer de bancos.
Las protecciones de interfonos contra la lluvia son uno de los éxitos recientes de la sección. De hecho, este tupperfono de Cambados publicado en verano impulsó aún más la colaboración de los lectores: tras su aparición, en el diario recibieron de media unas tres fotos similares cada día durante todo agosto.
En opinión de Sánchez, “la mayoría son apaños domésticos, sólo que quedan expuestos a la luz del público”. De hecho, ¿quién no ha usado, por ejemplo, papel de periódico o media pinza para calzar una silla o una mesa coja? Pues con este banco ocurre más o menos lo mismo.
No se trata de una tendencia de diseño exclusiva de Galicia. “También aparecen chapuzas en otras comunidades autónomas -apunta Sánchez-. Incluso nos han enviado imágenes desde Portugal y Estados Unidos”, aunque no suelen publicarlas para no desvirtuar el espíritu de la sección.
Tampoco se trata de algo exclusivo del mundo rural: “Las hay de Vigo, La Coruña, Ferrol, de parques públicos...” Sí que es cierto es que “en ciudad es más difícil que se vean. En el pueblo o en la aldea, la exposición pública es mayor". Aunque Sánchez también añade que "la zona entre Lugo y Ourense parece tierra de chapuzas. A lo mejor hay las mismas que en otros sitios, pero es de donde nos han enviado más".
Por supuesto y aunque la mayoría de los lectores se lo toma con mucho humor, ha habido críticos con la iniciativa. Sánchez recuerda que no quieren ni denunciar ni burlarse, a pesar de que en muchas ocasiones se han encontrado con “desidia y caradura”.
Por ejemplo, en el caso de este poste, en Pereiro de Aguiar, cuyo emplazamiento fue corregido tras aparecer en la sección.
También se publicó este verano la foto de un todoterreno de la Xunta en las islas Cíes, en un apaño que se subsanó a posteriori. Sí, es una lata de Coca-Cola usada como empalme en el tubo de escape.
De todas formas y al margen de estos casos, el objetivo de la sección es “poner en valor el ingenio gallego. Mucha gente reutiliza elementos y no todos los ejemplos son criticables”, resume Sánchez, que pone como muestra a este señor que aprovechó las botas viejas de sus nietos para que las patas de la silla no se hundieran en el barro.
A mí no se me hubiera ocurrido jamás. Hasta el cuello de barro, estaría.
(Aquí hay muchas más chapuzas gallegas: disfrútalas).
* También puedes seguirnos en Instagram y Flipboard. ¡No te pierdas lo mejor de Verne!