Es mi segundo Halloween en España y no puedo evitar preguntarme si es impresión mía o si esta fiesta está creciendo a un ritmo trepidante. Por supuesto, el año pasado estaba en un pueblo pequeño y este año vivo en la animada Madrid. Y, también por supuesto, Madrid va a celebrar la fiesta de forma un poquiiiiiito más exagerada que mi pueblo de 5.000 habitantes. De todas formas, he hablado con algunos amigos dispersos por España, incluido los de “my pueblo”, y el veredicto es unánime: Halloween está conquistando España. ¡Ten cuidado, España, los duendes van a por ti!
Y por otro lado, ¿por qué no iba a querer participar España? Es un día en el que puedes disfrazarte como un tipo raro (de forma socialmente aceptada), comer tanto dulce como tu cuerpo y los botones de tus pantalones puedan aguantar, llamar a las puertas de desconocidos y pedirles chocolate, y salir de FIESTA.
De todas formas, ahora que estoy en mi segunda ronda de Halloween español, no puedo evitar observar las diferencias culturales en esta celebración terrorífica. Y reírme un poco. Hablemos del tema, ¿vale?
Los disfraces
El pasado Halloween fui a trabajar vestida de vaquera (vale, uno de los disfraces más aburridos que me he puesto… ¡Pero todo mi material gracioso estaba en Estados Unidos!). Entré en mi clase de quinto y en seguida me vi reprendida por los niños. “Profe, ¡no pareces de miedo! ¡Una vaquera no me asusta!”. Bueno, disculpaaaaadme niños, pero la última vez que lo comprobé, Halloween era una fiesta LIBRE. Es decir, si me quiero disfrazar del ratoncito Pérez, puedo. Al menos en América.
En España, se da por supuesto que en Halloween hay que disfrazarse para dar miedo. Porque para eso se inventó Halloween, ¿verdad? Brujas con caras sangrientas, zombies, duendes, fantasmas… Son los disfraces de moda en España. Si tu disfraz no parece salido de una película de terror, es que no sabes en qué día vives. Ya seas un niño de 8 años yendo por la calle disfrazado de Sleepy Hollow o una universitaria vestida de bruja malvada, una cosa está clara: no te vistes para resultar “atractivo”.
En Estados Unidos es más bien al revés. No sé en qué punto de la historia la tradicionalmente “terrorífica” fiesta de Halloween se convirtió en un ridículo desfile de disfraces, pero así ha ocurrido. Es raro caminar por las calles de Nueva York en Halloween y ver fantasmas y duendes por las esquinas. En lugar de eso, los americanos han convertido Halloween en el equivalente al Carnaval español. Cuanto más gracioso sea tu disfraz, más fácil será que ganes el premio al mejor disfraz del día.
Pero eso depende mucho de los años que tengas. Echemos un vistazo a las diferencias culturales por grupos de edad.
Bebés (entre 1 y 4 años). Los padres americanos convierten a sus adorables pequeñuelos en adorables calabacitas, con un tallo verde de sombrero y todo. ¿Y los adorables bebés españoles? Bueno, son simplemente bebés adorables.
Niños (entre 5 y 11 años). Las niñas americanas se suelen disfrazar de su princesa Disney favorita, mientras que los niños van de su superhéroe predilecto. ¿Las niñas y niños españoles? Zombies y brujas.
Preadolescentes (entre 12 y 15 años). Los jóvenes americanos llevan disfraces de hippies, de tazas de Starbucks y atuendos a lo Justin Bieber. ¿Los preadolescentes españoles? Zombies y brujas.
Los adolescentes (entre 16 y 18 años). Esta es la edad peligrosa en América. Todos los padres la temen y todos los adolescentes la esperan. Es la edad en la que los niños son “demasiado molones” para el truco o trato, y empiezan a ir a fiestas de Halloween. ¿Esto qué significa? Se sustituyen los caramelos por cerveza ilegal, las chicas muestran sus ombligos y ningún chico lleva camisa. ¿El disfraz típico? Las adolescentes van de conejitos malos y los chicos son boxeadores, dioses griegos… Cualquier personaje que no lleve camisa. ¿Y los adolescentes españoles? Zombies y brujas.
Jóvenes adultos (entre 19 y 23 años). Oh, América, nunca dejas de sorprenderme. Justo cuando no podía ir a peor. Las chicas americanas van de cualquier icono pop que puedas encontrar con la menor ropa posible, y los chicos son réplicas “cómicas” (¿u ofensivas?) de Obama, de un plátano gigante, de mujeres, de una máquina de bolas de chicles (sí, correcto, he dicho una máquina de bolas de chicle. Lo he visto todo). O de cualquier cosa medianamente molesta, en realidad. ¿Los jóvenes adultos en España? Sí, zombies y brujas.
Los adultos (más de 24 años). Los americanos adultos recuperan su cordura. Iconos del cine apropiados, cantantes legendarios, disfraces de frutas… Todo adecuado para el público familiar. ¿Los adultos españoles? Bueno, si son modernos y les va el rollo de Halloween… Zombies y brujas.
Los caramelos
En Estados Unidos, antes incluso de que Halloween sea un destello en el calendario, las tiendas comienzan a vender todo tipo de productos con sabor a calabaza. ¿Helado con sabor a calabaza? Sí. ¿Crema de queso con sabor a calabaza? La tenemos. ¿Yogur con sabor a calabaza? ¿Por qué no? Cuando está acabando octubre, el 80% de los clientes de Starbucks pide el famoso latte con aroma a calabaza y las madres están ocupadas en la cocina preparando la tarta de calabaza (hmmmMMmmMM… Cómo me gustaría una tarta de calabaza ahora mismo…). La calabaza conquista EL MUNDO. Muahahahaha (risa malvada).
Por supuesto, no todo tiene sabor a calabaza. Está el típico “candy corn”, las nubes con forma de fantasma (llamadas “peeps”) y cualquier chuchería típica americana con fantasmas y arañas en el envoltorio.
¿Qué significa realmente Halloween en América? Si has contestado $$$$$$$$, has acertado.
Aquí en España hay un dulce bueníiiisimo llamado huesos de santo, que parecen huesos rellenos. Son naturales, más que deliciosos, y hechos con cariño por un pastelero. Y no, no hay cartel anunciándolos en la ventana de la tienda.
¿Comida procesada en España? Por favor, no. ¿Anuncios enormes de color naranja en cada producto y cada supermercado? No, sólo en América.
Truco o trato
En América, el truco o trato es la forma tradicional en la que los niños celebran la gran y esperada fiesta (y en fin, ¿quién dice que has de ser un niño? Vamos, yo nunca dejo pasar la oportunidad de comer caramelos gratis). ¿Cómo funciona? Los niños van de casa en casa con su enorme bolsa de caramelos, llaman a las puertas de sus vecinos y gritan: “¡Truco o trato!”. Entonces pueden coger de un enorme bol toda clase de deliciosos dulces americanos (Reeses, Kit Kats, Smarties… Hmmm…).
En España esta moda está arrancando muy lentamente. De todas formas, lo que sí he visto es que en lugar de ir casa por casa, los niños van de cafetería y escaparate a cafetería y escaparate. Por lo general, las cafeterías y las tiendas españolas están en el centro o en una plaza, donde ocurre todo lo emocionante. Si me preguntáis, es otra muestra de cómo España está convirtiendo Halloween en una fiesta centrada en la comunidad.
¿La conclusión?
Adoro Halloween y definitivamente no es lo mismo celebrarlo aquí. De todas formas, tengo que respetar la interpretación española de esta fiesta dulce y terrorífica. Y a lo mejor, sólo a lo mejor lo haré a la española y me disfrazaré de zombie (o de bruja) este año. Veremos…
(Artículo originalmente publicado en A Wandering Casiedilla. Traducción de Jaime Rubio Hancock).
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