La bailarina de ballet Greta Elizondo ha escuchado estas preguntas más de una vez a lo largo de su carrera: ¿Es cierto que las bailarinas no comen? ¿No hacen otra cosa más que bailar? ¿Nada les interesa si no es ballet? ¿Se vuelven locas como la de El Cisne Negro? Por esa razón, en 2015, comenzó un blog titulado Another Pointe (pointe: bailar en puntas) para romper estos mitos sobre el ballet y mostrar el día a día en la vida de una bailarina profesional. “Siempre han existido los estereotipos de lo que es una bailarina", dice Elizondo a Verne vía telefónica. Con todo y que el ballet es nuestra vida y es a lo que nos dedicamos, también hay muchas otras cosas que nos interesan. Quería mostrar nuestro estilo de vida, tanto dentro como fuera del escenario“. Para ilustrar lo que narra en su blog revivió su cuenta de Instagram que antes alimentaba solo de vez en cuando. A junio de 2016, esta registra más de 14.000 seguidores.
Elizondo, de 23 años, es originaria de Monterrey. Comenzó a bailar desde los ocho años. “No fue amor al primer tendu, pero dos años después tomé clases con una maestra rusa y fue cuando decidí que tenía que ser bailarina profesional y punto,” comenta. A sus 15 años se ganó una beca para estudiar en la Kirov Academy of Ballet en Washington D.C., donde estudió tres años. En 2012 se unió como aprendiz a la Compañía Nacional de Danza en la Ciudad de México. Desde 2014, tiene el grado de solista en esa compañía, el tercero más importante en el rango del ballet. Desde su ingreso ha participado en ballets como El Lago de los Cisnes, El Cascanueces, La Sílfide y el escocés y Sueño de una noche de verano.
La bailarina comenta que su Instagram comenzó ganar muchos seguidores a partir de que la revista Vogue publicó un artículo sobre ella en 2015. Otro factor que contribuyó a la popularidad de su cuenta es que comenzó a tomar más fotografías. "Estoy subiendo fotos casi a diario", dice. "También comparto las fotos que me toman otros, principalmente mi novio, mi primo, que es fotógrafo y a quien tenga cerca cuando veo un buen escenario para que me tomen una".
Otro de los objetivos de su cuenta, explica, es difundir los eventos de la compañía de danza y mostrar lo que la audiencia no ve durante las funciones, como los ensayos y la preparación tras bambalinas. "Al ballet lo divido en dos: las cosas que veo y hago día a día, las puntas que llevo, los tutús que voy a usar, los ensayos, etc. También está la otra parte que es el resultado final, me gusta compartir muchas fotos de cuando estoy en el escenario", dice Elizondo. "Muchos de los seguidores de la cuenta saben de ballet, pero otros apenas lo descubren y de alguna forma está padre introducirlos un poco al arte".
Elizondo espera que a través de su cuenta, la gente vea un lado menos místico de las bailarinas con el que se puedan identificar. "Para los que no son bailarines, el ballet puede ser un mundo completamente diferente, como otra dimensión. Aunque parezcamos un poco extraños, nuestras vidas son bastante normales", comenta. "Por otro lado, valoramos nuestro trabajo como nada en este mundo, es nuestra pasión y por lo que hemos trabajado toda nuestra vida".
El ballet es un arte de más de 500 años, pero aún no pasa de moda. En los últimos años, sin embargo, han surgido documentales como First Position, Ballet 422 y A Ballerina’s Tale que como Elizondo, ofrecen una perspectiva menos glamorosa sobre lo que implica ser un bailarín clásico. "Debes comenzar desde muy pequeño y el trabajo que te imponen desde esa edad es muy duro, no solo físicamente sino psicológicamente. Tú siempre vas a querer lograr la perfección , pero eso no existe". Elizondo agrega: "Puede llegar a ser un poco frustrante porque estás todos los días siempre queriendo ser mejor de lo que eres. Pero la verdad, en el momento en que estás en el escenario te das cuenta de que vale la pena".
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