¿'Reza por Niza' o 'actúa por Niza'?: el debate sobre la solidaridad en Twitter

Algunas personas cuestionan la eficacia del activismo de salón. Sin embargo, hay otras que lo ven como una muestra necesaria de empatía

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Un ramo de rosas cerca del escenario de los ataques en Niza
Un ramo de rosas cerca del escenario de los ataques en Niza. AP

De manera automática, tras un atentado como el de Niza, las redes sociales se llenan de mensajes de apoyo a las víctimas. Entre los hashtags más usados, en esta ocasión, se encuentra #PrayforNice, una fórmula habitual para expresar solidaridad en Twitter y que podría traducirse como "Reza por Niza".

Sin embargo, algunos usuarios de la red social se han mostrado críticos con estos mensajes, y han creando hashtags alternativos llamados #ActforNice ("Actúa por Niza") o #Actforpeace ("Actúa por la paz"). También ha habido contestación, en clave irónica, a otro de los hashtags más usados tras los ataques en Niza:

Con los mensajes de apoyo suelen convivir mensajes que cuestionan la eficacia de la solidaridad en redes sociales. ¿De verdad las víctimas se sentirán mejor a raíz del mensaje que acabo de escribir desde el salón de mi casa? ¿De verdad algún terrorista se arrepentirá tras leer unos cuantos tuits airados? En resumen, ¿sirven para algo los mensajes de apoyo en redes sociales tras un acto terrorista?

En contra

La periodista Caitlin Dewey escribió un artículo en The Washington Post sobre la corta vida de la empatía. Según ella, las causas en redes sociales duran muy poco y se suceden con demasiada velocidad. Ponía como ejemplo los atentados de noviembre en París: según datos de Trendinalia, una herramienta para medir el impacto de hashtags y temas en Twitter, las etiquetas solidarias no aguantaron más de 11 horas entre las tendencias globales: “El algoritmo de Twitter está sesgado hacia la novedad”, recordaba.

También añadía que tras una tragedia, “necesitamos tiempo para el pensamiento continuado y contemplativo. Y no hay tiempo para nada: internet sigue adelante”. Y con internet, nuestras vidas. Se trata de un proceso que cada vez es más previsible y va más rápido, según este artículo que publicó Slate.

Eugeni Morozov, autor de To Save Everything Click Here, criticaba ya en 2009 el activismo de salón, recordando que se basa en “la idea nada realista de que, con suficiente conciencia social, se pueden solucionar todos los problemas”. Es decir, que la solidaridad a través de redes sociales puede parecernos suficiente, y alejarnos de otras formas de actuación.

Además, el hecho de querer dar nuestra opinión lo antes posible sobre un hecho tan complejo conlleva el riesgo de que difundamos rumores sin contrastar o, directamente, bulos, simplemente por la satisfacción de participar en un hashtag a cambio de una pequeña recompensa en nuestra conciencia.

A favor

A pesar de todo lo anterior, Megan Garber sugiere en The Atlantic que compartir nuestra solidaridad en redes supone “un acto de compasión masiva”, lo que en internet se convierte “en un mensaje político”. Estos memes solidarios funcionan, en su opinión, como “botones de empatía” que intentan recordar que nos podría haber pasado a nosotros.

De hecho, este activismo de salón puede tener consecuencias prácticas: según un estudio de la Universidad de Pensilvania y Nueva York, tuitear desde casa sobre una protesta incrementa las posibilidades de salir a la calle y sumarse. El estudio recogía datos de protestas de Turquía en 2013, de Londres en 2011 y también del 15M. Su autora recordaba que las redes contribuyeron además a que estas protestas cobraran visibilidad internacional.

Otra de las causas que justificarían la necesidad de los mensajes de solidaridad es la de buscar desahogo en mitad de la barbarie, la necesidad de conjurar nuestra perplejidad y de buscar refugio en el colectivo:

Tampoco se pueden olvidar las ocasiones en las que un hashtag nace con la intención de ser una herramienta práctica y no solo una forma de expresar solidaridad. En Niza se ha popularizado el hashtag #PortesOuvertesNice (Puertas abiertas Niza), que ha sumado más de 375.000 tuits en las primeras doce horas tras el atentado. Este llamamiento a la solidaridad, que busca ofrecer refugio a quienes necesiten ayuda, ya se vio en los atentados de París en noviembre y en los atentados de Bruselas en marzo.

En el caso de Niza, incluso, las autoridades han promovido el uso del hashtag:

Quédense en casa . Pueden utilizar #PortesOuvertesNice en busca de refugio y piensen en activar "seguro" en Facebook [la herramienta de la red social para notificar a los contactos que estás a salvo tras una tragedia]

Eso sí, este hashtag también tuvo sus problemas en los casos precedentes: primero, por la dificultad de saber cuánta gente acabó aprovechando esta oferta; segundo, porque hubo tanta gente tuiteando lo mucho que les gustaba la idea y explicando cómo funcionaba que resultaba difícil encontrar a quien de verdad estaba ofreciendo su casa.

Otras dudas sobre los mensajes de apoyo

La solidaridad en redes también comporta el riesgo de agrandar ciertos desequilibrios y desigualdades. La cobertura del atentado en Niza es mayor, por ejemplo, que la del atentado en Bagdad que ocurrió hace once días y que costó la vida a más de 200 personas. Por no hablar también de los recientes atentados en el aeropuerto de Estambul, en una importante mezquita de Medina, en un restaurante de Dacca o en un puesto militar jordano.

También vimos tras los atentados de París cómo Facebook nos permitió ponernos la bandera francesa en la foto de perfil, pero no había habilitado la misma opción dos días antes con unos atentados en Líbano que habían acabado con la vida de más de 40 personas.

Se trata de la jerarquía de la muerte, de la que ya hemos hablado en alguna ocasión: nos preocupa más lo que ocurre en nuestro país y en países cercanos, no solo por una cuestión de proximidad, sino también porque la calidad de la información con la que contamos es mayor.

Esto no es algo necesariamente negativo: quizás hemos viajado a Niza o conocemos a gente que trabaja en París, por lo que es natural que nos sintamos más próximos a estas ciudades. Pero esto no quiere decir que no debamos mejorar la información que se da sobre otros conflictos y, también, evitar hablar de ellos desde la perspectiva de los intereses de los países occidentales.

Además, es algo que las redes sociales han de tener en cuenta si pretenden ser medios globales. Por ejemplo, Facebook activó su Safety Check tras los atentados de París. Era la primera vez que lo hacía para una tragedia que no fuese un desastre natural. Entonces, se le echó en cara que no lo hiciese también para atentados en otras partes del mundo. La empresa aprendió de las críticas y ya ofrece a menudo este servicio que permite avisar a tus amigos de que estás bien, como también ha ocurrido en Niza. Facebook lo hizo en los recientes ataques a Estambul y Dacca, así como en el de Bagdad, aunque entonces hubo quejas por no activarse hasta 30 horas después del atentado.

Con información de Jaime Rubio Hancock

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