El enfrentamiento entre Íñigo Errejón y Pablo Iglesias ha sorprendido a muchos, ya que la relación de amistad entre ambos podía hacer pensar que los desacuerdos no llegarían tan lejos. Pero, claro, en realidad no es tan fácil trabajar con un amigo.
Como explica el psicoterapeuta Mark Vernon en The Meaning of Friendship (El significado de la amistad), la amistad carece de estructura y de compromisos formales. Esto hace que nos resulte muy satisfactoria, pero tiene un encaje más difícil en el ámbito del trabajo. Ahí nos encontramos con todo lo contrario: una estructura muy definida, con horarios y jerarquías, donde además “se nos valora por nuestra utilidad”.
Es decir, no estamos sentados junto a alguien porque sea majo, inteligente o sepa escuchar muy bien, sino porque hace algo a cambio de dinero. Y nosotros también, claro. Esperamos algo de los demás y los demás esperan algo de nosotros. Es decir, todo lo contrario a la amistad.
1. Cómo hacer amigos en el trabajo
Eso no significa que no puedan surgir amistades en el trabajo, como explica a Verne Carlos María Alcover, catedrático de psicología social de la Universidad Rey Juan Carlos.
Según Alcover, las interacciones que se dan en el ámbito laboral son de dos tipos: conexiones y relaciones. Las conexiones son las interacciones relativas a las tareas que tenemos que desempeñar. Por ejemplo, cuando mi jefa me dice: "Jaime, escribe un artículo sobre la amistad en el trabajo"; y yo contesto: "Sí, claro". Estas conexiones pueden ser de alta calidad si hay respeto, vitalidad y reciprocidad.
En el caso de que una conexión de alta calidad salga del ámbito del trabajo, podemos hablar del segundo tipo de interacción, las relaciones.
Las conexiones de alta calidad (y las relaciones) tienen efectos positivos en el clima de trabajo. “Uno de los factores más importantes que determina que un equipo sea eficaz y tenga un buen rendimiento es el de la seguridad psicológica, que se da cuando quienes intervienen y participan pueden confiar en que sus aportaciones sean respetadas y valoradas”.
Según un estudio que cita Vernon en su libro, el 30% de los estadounidenses trabaja con un amigo cercano en el trabajo. Estas personas tienen un menor índice de accidentes y mejores resultados laborales. Tiene sentido: trabajar con un amigo puede hacer el trago más llevadero. También se muestran más innovadores, lo que está relacionado con la seguridad psicológica que comentaba Alcover: tienen menos miedo a proponer nuevas ideas.
Precisamente, una de las cosas que más dificulta la creación de conexiones de alta calidad (y relaciones) es la inseguridad laboral. Cada vez pasamos menos tiempo en una misma empresa. En estas circunstancias, “la actitud cambia y la cooperación se sustituye por competición -apunta Alcover-. Como explica el sociólogo Richard Sennet, cuando las relaciones son a corto plazo se desarrollan vínculos débiles, marcados por la instrumentalidad, y no vínculos sólidos, que vienen definidos por la expectativa de interacciones futuras”.
Pero hacer amigos (o parejas) en el trabajo también tiene sus riesgos, claro. Sobre todo, que podemos llevarnos los problemas personales a la oficina. En esos casos, recuerda Alcover, “el camino de vuelta es muy difícil”. Tan difícil como poner límites claros entre un ámbito y otro: “Al final pensamos y sentimos con el cerebro, que es un órgano único e interconectado, por lo que es muy complejo separar una cosa de otra”.
2. ¿Y si montamos un bar? Cómo trabajar con tu mejor amigo
Se puede dar el proceso inverso: decidir iniciar un proyecto profesional con un amigo, como por ejemplo -no sé, se me ocurre- fundar un partido político. No tiene por qué ir mal, ya que la amistad puede estar fundamentada en unos valores y una visión del mundo en común, además de que la confianza ya viene de serie y no hay que construirla.
El peligro es descubrir cosas que desconocíamos de ese amigo. No examinamos el currículum de nuestras amistades ni les preguntamos dónde se ven dentro de cinco años. Al final puede ocurrir que nuestro amigo y compañero no rinda tanto como debiera y nos toque trabajar más de lo que nos corresponde. O que siempre llegue tarde. O que no esté de acuerdo con el rumbo que, en nuestra opinión, debe tomar el proyecto.
Es decir, el riesgo es el de discrepar en lo que se refiere a objetivos y métodos en el trabajo, por mucho afecto que nos tengamos, y de nuevo llevando a que haya interferencias entre la esfera laboral y la personal. Alcover pone como ejemplo las empresas familiares, en las que a menudo hay este tipo de disputas.
Alcover también recuerda que es importante "no introducir la parte personal" a la hora de lidiar con un conflicto e intentar que la discusión "se ciña al contenido de la tarea" o del asunto de trabajo que se trate.
Eso sí, en su opinión, en estos casos es más fácil “volver atrás. La discrepancia se da en cómo hacer las cosas, pero eso no tiene que afectar a la amistad”. La forma más fácil es que uno de los dos cambie de trabajo, claro, pero eso no es algo que siempre se pueda hacer.
3. ¿Y en política?
La de Errejón e Iglesias no sería la primera amistad rota por la política: pensemos en Felipe González y Alfonso Guerra, o en José María Aznar y el Partido Popular. “Es posible que sea más difícil trabajar con un amigo en política -apunta Alcover-. No solo porque hay una mayor exposición pública, sino porque es más frecuente que haya una agenda oculta”.
Nos podemos encontrar con estas agendas ocultas en cualquier otro trabajo: “Por ejemplo, cuando alguien maquina para quitarte el puesto”. Pero es más habitual en política, “ya que el poder forma parte de la estructura de estas organizaciones”.
Vernon cita en su libro un texto del politólogo estadounidense Ross K. Baker que explica que las amistades en política son institucionales, en el sentido de que se subordinan a la actividad en este campo. Baker incluso afirma que no es conveniente tener amigos cercanos en ese mundo: la amistad proporciona margen de maniobra cuando las cosas se ponen feas, pero son un riesgo. Por lo general, “una amistad en política solo dura lo mismo que la alianza o la ventaja que proporciona”. Bill Richardson, gobernador de Nuevo México entre 2003 y 2011, llegó a decir que “piensas en los amigos políticos como amigos transitorios”.
Tampoco es tan raro. Todos hemos dejado un trabajo y hemos perdido el contacto con los compañeros, por muy bien que nos cayeran y aunque llegáramos a tomar un par de cañas juntos. Vernon escribe que “la relación, en el fondo, estaba basada sobre todo en lo que hacíais juntos”. Una vez desaparece esa actividad, ya no hay motivo para volver a vernos.
* También puedes seguirnos en Instagram y Flipboard. ¡No te pierdas lo mejor de Verne!