La celebración de Día de Muertos estaría incompleta sin los claveles color naranja que conocemos como cempasúchiles. Los mexicanos aprendimos desde chicos que el aroma de esta flor es uno de los elementos principales para guiar a los difuntos en su camino a la ofrenda o altar. Cempasúchil viene del náhuatl y significa la flor de los 20 pétalos: cempoalli significa 20 y xóchitl, flor.
Los usos ceremoniales y medicinales de esta planta son conocidos en México desde la época prehispánica. Pero en las últimas décadas se han descubierto otras de sus propiedades que han generado una industria a escala global. México no tiene participación en la misma, a pesar de que su territorio es considerado como el centro de origen de la planta.
El país líder en la producción de la flor mexicana es China, que según un documental de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) produce el 75% del total mundial. Le siguen India con el 20% y Perú con el 5% restante. México ni siquiera figura en este conteo. Su comercialización generó 80.4 millones de pesos (4.2 millones de dólares) en 2016, según el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera.
El cempasúchil aún se produce en México, pero solo para abastecer el mercado ornamental-ceremonial del Día de Muertos, explica a Verne vía telefónica Francisco Alberto Basurto, un investigador de etnobotánica de la UNAM. La producción masiva se ha concentrado en Asia principalmente por una razón: el crecimiento sostenido de la industria de los carotenoides, un pigmento natural que abunda en esta flor y que hoy se utiliza en toda la industria agroalimentaria.
La yema de los huevos tiene un color entre anaranjado y amarillo gracias a los carotenoides. Si las aves de engorda no consumieran una fórmula que los contiene, explica SAGARPA, la yema sería transparente y la carne del pollo, blanca. El colorante sirve para pintar otros alimentos como el maíz amarillo y el surimi, y también para la elaboración de algunos cosméticos. Sin embargo, el 85% del consumo global de carotenoides se queda en la industria avícola, de acuerdo con los datos de la dependencia.
Aunque México se quedó fuera de esta industria, sí hubo algunos intentos de desarrollarla en las décadas de 1980 y 1990, explica Basurto, quien incluso sostiene que el país llegó a ser líder en la producción del pigmento. Pero cuando los gigantes asiáticos entraron al mercado, la mano de obra mexicana no fue capaz de competir. Una de las empresas que sembraba cempasúchil para la extracción de carotenoides, Bioquimex, fue adquirida por una empresa de India y al poco tiempo cerró su planta en México.
“Los chinos tienen una visión de futuro impresionante, y ellos empezaron a invertir fuertemente en esta industria hace 20 años", dice en el documental de SAGARPA José Luis Sánchez Millán, investigador de la UNAM. "Tienen híbridos de alto rendimiento y ahora son ellos quienes dictan el precio a nivel mundial de los carotenoides", añade.
Sin embargo, todavía existen en el país algunos esfuerzos de investigación para el desarrollo de nuevos productos a partir de la llamada flor de muertos. Miguel Ángel Serrato Cruz es un especialista en fitotecnia de la Universidad Autónoma de Chapingo y excoordinador de la Red Cempoalxóchitl. Él y su equipo universitario trabajan actualmente en el mejoramiento genético de la planta, entre otras cosas para el desarrollo de bioplaguicidas derivados de sus aceites esenciales.
El cempasúchil se encuentra en un género de plantas llamado tagetes, que contiene alrededor de 56 especies, de las cuales cerca de la mitad se pueden encontrar en México. "Todas las especies tienen propiedas relacionadas con el control de plagas o enfermedades", explica el investigador a Verne vía telefónica, quien sostiene que buena parte del conocimiento que hoy se tiene sobre el uso de la flor proviene de los saberes tradicionales. Incluso, dice, estos se mantienen vivos en algunas comunidades del país.
"El año pasado supimos que en Oaxaca y Guerrero se utiliza para curar un cierto tipo de cáncer, también se usa para resolver problemas de timpanismo en el ganado o para propiciar la lactancia", cuenta el académico. Las investigaciones científicas posteriores han comprobado que los carotenoides sirven como antioxidantes y en el tratamiento de las cataratas, ya que detienen la degeneración de los ojos. Según Serrato, esta flor "tiene un gran potencial" aún por descubrir en el campo de la medicina.
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