- “¿Esta es la cola para comprar las entradas para el concierto de la cantante española Rosalía?”, dice un extranjero con acento guiri.
- “No, esta es la cola para entrar”.
- “¿Y para comprar las entradas?”.
- “Ya no hay, están todas vendidas”.
La cantante Rosalía actuó el viernes 28 de septiembre en la Bienal de Sevilla, la cita con el flamenco por antonomasia, colgando el cartel de "No hay billetes". En el mismo festival han participado Rafaela Carrasco, Israel Galván, Farruquito, Rocío Molina o Eva Yerbabuena. Es, según la organización, "el acontecimiento internacional más importante relacionado con el flamenco". Las entradas para el concierto de Rosalía fueron de las primeras en agotarse, de ahí que los 300 asistentes que hacían cola a las puertas del Teatro Alameda se sintieran unos privilegiados.
Estaban a punto de disfrutar del recital de flamenco tradicional que la catalana les tenía preparado, para el que había mucha expectación. Las dudas de los defensores de la pureza del flamenco ante una artista que mezcla estilos se disiparon: fue un concierto clásico. Durante poco más de una hora, se suceden los tanguillos y los fandangos con temas tanto de su primer disco, Los ángeles, como del que verá la luz el próximo 2 de noviembre, El mal querer. Y sus interpretaciones son recibidas entre piropos y aplausos. Rosalía estaba acompañada de Joselito Acedo a la guitarra, Los Mellis a las palmas y Anna Colom y Claudia La Chispa a los coros.
- “Pero cantará Malamente, ¿no? Que si no me da un algo”.
- “Mu' mal, mu' mal, mu' mal…".
- “Sé que es imposible, pero sería un puntazo que cantara la versión que ha hecho de la cabecera de Paquita Salas” (risas).
- “Sí, sí, mola mucho… Ayyyyyy, Paquitaaaaa”.
- “¿Esa es la serie de los Javi de OT?”.
- “¿No la has visto? Si ha salido hasta la Obregón".
- “Y qué me dices de la Yolanda Ramos”.
En la puerta del teatro se aglutina un grupo heterogéneo: la mayoría son jóvenes. Al entrar en el teatro, transformado en un café cantante de finales del siglo XIX, una exclamación y una pregunta se repiten constantemente:
- “¡Menuda calor hace!”.
- “¿Está libre?".
Y es que el espacio está poblado de mesas de madera con cinco sillas de enea no numeradas.
- “Están todas libres, vengo más solo que la una".
- “Mira, hay montaditos de pringá. Madre mía, ver a la Rosalía comiéndote uno, eso es gloria bendita”
El concierto comienza con algo más de 10 minutos de retraso. Rosalía aparece en el escenario junto al guitarrista. El público le recibe entre aplausos.
- “Mírala, con sus pantalones de campana y sus volantes, qué guapa”.
- “Experimentar en el flamenco es muy arriesgado, pero ella ha sabido hacerlo”.
- “Tengo los vellos de punta, qué magia”.
- “Oleeeeeee”.
- “Bravo, bravo”.
- “Es que esta chica tiene duende”.
- “Qué bonito, hija”.
- “Guapa, guapa”.
- “Cantas con el corazón, que eso es lo que cuenta”.
El público se va entregando conforme avanza la noche. Hasta Rosalía reconoce que está más habladora de lo normal (“No suelo hablar mucho en los conciertos, pero hoy se presta”, dice). Pero los asistentes se le echan encima cuando anuncia que es la última canción.
- “Noooo, nos merecemos más…”.
- “Esto no puede ser eterno”, dice Rosalía
- “¡Canta Malamente”!.
- “No, mujer, Malamente en la Bienal, no. Veniros a otro de mis show", contesta la artista.
Poco más de una hora después, el concierto termina dejando al público con ganas de más.
- “Corto, pero intenso, es una crack".
- “Esta noche ha callado más de una boca”
- “Qué arte, madre mía. Si ya fuese de Triana, reventaríamos”
- “Se podía haber enrollado e igual que ha cantado Catalina, que hubiese cantado las de ahora”
- “Tía, que al final no ha cantado Malamente, qué pena”.
Éxito y polémica
No es la primera vez que Rosalía sube a uno de los escenarios de la Bienal de Sevilla, pero sí en solitario y tras el éxito arrollador cosechado en los últimos meses. Y que no ha estado ajeno a la polémica. La catalana lanzó a finales de mayo Malamente, el primer single de su próximo trabajo, El mal querer.
En cuestión de días, la canción escaló en las listas de ventas y suma más de 21 millones de visualizaciones en YouTube. Pero el abrumador reconocimiento también despertó las críticas que vienen persiguiendo a la catalana desde hace tiempo. Algunas voces la acusaron de apropiación cultural al pretender transmitir una cultura que no es la suya y caer en los tópicos. Entre otras cosas, se le ha reprochado que cante con acento andaluz, que utilice expresiones del caló y que use una estética gitana en todos los sentidos en videoclips como el del primer tema y en el de Pienso en tu mirá.
La cantante siempre ha defendido su formación en flamenco y ha recordado que los expertos vienen defendiendo que este género musical nace de la mezcla de culturas. “Le debe mucho a la etnia gitana, pero la música no tiene dueño”, defiende la artista en EL PAÍS Semanal, quien define su música como “un estilo aflamencado”.
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