El Día de Muertos es uno de los festejos más antiguos de México, un resultado de la mezcla de la cultura prehispánica y la religión católica. El 1 y 2 de noviembre se rinde culto a los difuntos y uno de los elementos centrales es la colocación de una ofrenda o altar.
Durante estos días, las almas de los que ya no están regresan al mundo de los vivos. Los familiares les preparan un homenaje para recorarlos con las cosas que más les gustaban en vida. El altar debe tener la foto de los difuntos, pan de muerto, velas, calaveritas de azúcar, frutas y los platillos favoritos de los familiares.
Las ofrendas más tradicionales están compuestas por siete niveles, que representan la brecha entre el mundo físico y el de los muertos, aunque actualmente se pueden encontrar altares de todo tipo y de formas variadas.
En la ofrenda no puede faltar tampoco la flor de cempasúchil, de color naranja. Esta palabra proviene del náhuatl y significa la flor de los 20 pétalos: cempoalli significa 20 y xóchitl, flor.
José Eric Mendoza, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explica que la ofrenda de muertos es una de las fases de interpretación más trascendentes de este culto. “Ofrendar es compartir con los parientes difuntos ciertos goces de la vida y algo de los frutos obtenidos durante el año. La ofrenda no se otorga como una dádiva sino como un ofrecimiento o sufragio para una tradición que hace realidad la existencia de las almas”, detalla.
La popularidad del Día de Muertos ha crecido gracias a varias películas de Hollywood y muchas campañas de publicidad que han retomado lo colorido y folclórico de esta celebración para promocionarse. Conforme la moda del Día de Muertos aumenta, también crece la confusión. ¿Es correcto disfrazarse? ¿Me puedo vestir de Catrina en vez de calabaza? ¿Puedo pedir dulces de casa en casa? ¿Qué es lo que debe llevar el altar de muertos? Todo eso, te lo explicamos en este vídeo. Te adelantamos de una vez: no tiene nada que ver con Halloween.
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