Las críticas al anuncio de Campofrío: ¿sale más caro un chiste sobre feminismo que sobre monarquía?

El humor tiene multitud de beneficios, pero eso no significa que no se pueda criticar un chiste

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"El humor debería ser un bien de primera necesidad, no un lujo". Esta es la conclusión del anuncio de Navidad de Campofrío de este año, que se ha acercado al tema de los límites del humor. En la presentación del spot, Daniel Sánchez-Arévalo, su director, ya dijo que no le importa “generar debate”. Lo cierto es que lo ha conseguido.

Y es que, aunque la acogida del anuncio ha sido positiva, también ha recibido críticas. Es cierto que el spot no rehúye temas como la exhumación de Franco, por ejemplo, pero ha llamado la atención que se diga que un chiste sobre el feminismo “sale más caro” que otro sobre la Monarquía, a pesar de que existe el delito de injurias a la Corona. También ha habido críticas centradas en la aparición de Rober Bodegas, que en agosto denunció haber recibido amenazas tras la difusión de un monólogo sobre gitanos.

Otra queja sobre el anuncio se centra en que se obvien algunos temas: el spot se ideó antes de que saltara el caso de Dani Mateo y el sketch sobre la bandera, pero se han echado en falta referencias a Carrero Blanco, por ejemplo, a pesar de que algunos de estos chistes llegaron no hace mucho a los tribunales.

De entrada y como sugiere el anuncio, es evidente que el humor tiene muchos beneficios, con independencia del tema que trate. Como escribe el filósofo especializado en humor John Morreall en su libro Comic Relief (Alivio cómico), el humor favorece:

- La apertura a nuevas experiencias y la adaptación al cambio y a la diversidad.

- El pensamiento divergente y creativo, al basarse en gran medida en la incongruencia y el cambio de marco cognitivo.

- El pensamiento crítico. Por ejemplo, en los chistes irreverentes dirigidos hacia la autoridad que ponen nervioso a quienes piensan que atentan contra el orden establecido.

- También nos ayuda a poner nuestros problemas y nuestro comportamiento en perspectiva. Como dice el también filósofo Simon Critchley, el humor “nos pide que miremos las cosas como si acabáramos de llegar de otro planeta”. O como dice el humorista George Carlin: “¿Os habéis fijado que cuando vais en coche, los que os adelantan son unos locos y los que van más lentos que vosotros son unos capullos?”.

- Estos beneficios llegan incluso al humor negro, que ayuda a gestionar conflictos emocionales complejos. Sí, hacer chistes sobre ETA, sobre el ISIS y sobre todo lo que nos da miedo puede ser incluso recomendable. Además, hay estudios que muestran que quienes hacen humor sobre su viudedad o su discapacidad, llevan mejor estas situaciones.

- Y, sobre todo, es divertido.

Humor cruel

Pero el humor no siempre es un arma para el bien. El mecanismo que nos ayuda a tomar distancia para reírnos, lo que Morreall llama “desconexión emocional”, no solo es útil para ayudarnos a tomar perspectiva, sino que también puede contribuir a que el humor sea cruel.

Según Morreall, esta desconexión emocional en algunos casos puede llevar a la irresponsabilidad, a bloquear la compasión y a promover los prejuicios. No porque los chistes racistas o sexistas reproduzcan estereotipos, como se suele decir, sino porque cuando los contamos “nos da igual el daño que la difusión de estos estereotipos pueda causar”. La desconexión emocional y el contexto de juego que se da en el humor contribuyen a que estos prejuicios no se analicen ni evalúen.

El filósofo apunta que las críticas que se pueden hacer a esta clase de bromas sobre estereotipos “dependen del daño que puedan causar”. Por ejemplo, los chistes sobre médicos o abogados no suelen dañar su reputación. De hecho, comenta, a muchos abogados les gusta que se refuerce su imagen de tipos duros e insensibles. Normal, así nadie se sorprende cuando llega la minuta. Sin embargo, “los estereotipos racistas y sexistas les cuestan a estas personas dinero, respeto, estatus y poder”. Sí, Morreall también habla del coste de un chiste, como el anuncio de Campofrío, pero desde el otro lado.

Esto no significa que haya temas vedados al humor o que sea sensato juzgar a alguien por contar un chiste. El humor a menudo genera incomodidad y el nivel de incomodidad que  resulta agradable depende de cada persona. Pero no hay necesidad de recurrir a los tribunales: si a mí me molesta la sátira política, por ejemplo, basta con no ver El intermedio.

Sin embargo, el humor tiene consecuencias, aunque la mayor parte de las veces sean positivas o muy limitadas. Y también podemos criticar un chiste, igual que criticamos una novela, una película o un artículo. Como decía Sarah Silverman, "el Holocausto no siempre es gracioso".

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