“La escuela es el templo del saber. También es el templo de la heteronormatividad y los estereotipos de género”. Así comienza la historia que la ilustradora Ana Karenina Camacho compartió en sus redes sociales para hablar de su experiencia sobre llevar un uniforme con falda.
Esta semana, el Gobierno de la Ciudad de México anunció la medida de crear una vestimenta neutra en las escuelas públicas para que chicas y chicos puedan elegir libremente si llevan falda o pantalón a clase.
“Asistí a una secundaria técnica donde cursé el taller de electricidad. Era la mejor de mi clase y en el segundo año, me tocó participar en un concurso académico. Estaba segura de mi conocimiento pero la audiencia me hacía dudar”, cuenta Ana Karenina en su viñeta que ha tenido casi 15.000 retuits en dos días.
El #UniformeNeutro no va a elimiar la discriminación ni el acoso. Pero ahora sí entiendo lo que significan los pequeños pasos hacia la equidad.
— Ana Karenina (@Kare_ninja) 5 de junio de 2019
Esto fue lo que viví en la secundaria. pic.twitter.com/C351ZZav90
Camacho cursó la educación media en Baja California. Ahora tiene 31 años pero aún recuerda a la perfección las dificultades e impedimentos que le supuso el uniforme pese a ser la mejor de su salón. “Era incómodo porque trabajábamos en unas mesas muy largas, tenías que inclinarte y era molesto porque los compañeros te metían alambres por debajo para levantarte la falda”, cuenta Ana Karenina a Verne. En el taller éramos unas 5 o 6 mujeres de 50 alumnos.
En un examen en el que sacó la mejor puntuación, decidieron no enviarla a la competición nacional de electricidad porque nunca había habido mujeres en el concurso. “En ese momento solo entendí que no importaba ser la mejor si mi género era el incorrecto”, cuenta Camacho.
En el último año, el profesor decidió premiar a los mejores alumnos arreglando las instalaciones de la escuela. ¿Adivinen algo? Ana Karenina no estaba entre los seleccionados. “No puedes subirte a las mesas y las escaleras para cambiar las lámparas porque usas falda”, le dijo el profesor.
“En ese momento no entendía cómo se asocia el uso de la falda obligatoria a la discriminación pero está relacionado con el derecho a hacer deporte y a jugar libremente en el recreo sin que algo te lo impida. Después me di cuenta de que la limitante no era yo, sino algo que llevaba puesto”. La insistencia de Ana Karenina y varias de sus compañeras que recogieron firmas entre profesoras, madres y prefectas logró que permitieran a las chicas llevar pantalones igual que sus compañeros.
“Si hubiera podido llevar pantalón creo que muchas cosas se me hubieran facilitado en la escuela. Esta es una gran iniciativa porque la falda se convierte en algo opresivo y culturalmente está asociado a ser mujer y a todo lo que no puedes hacer. El uso de pantalón en las escuelas se trata de una acción colectiva”, puntualiza Camacho.
“El uniforme neutro no va a eliminar la discriminación ni el acoso. Pero ahora sí entiendo lo que significan los pequeños pasos hacia la equidad”, dice la ilustradora y tatuadora en su perfil de Twitter.
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