Desde hace más de 10 años dos enormes alas de bronce recibían a nacionales y turistas que paseaban en el cruce de Reforma y la calle de Gandhi en la Ciudad de México. La obra, Alas de México, del escultor Jorge Marín (Michoacán, 1963), cambiará de lugar por las obras de una nueva ciclovía que unirá la Estela de Luz con la Fuente de Petróleos.
“La ciudad tiene que cambiar según las necesidades del ciudadano de a pie”, dijo en entrevista telefónica con Verne el escultor, quien está de acuerdo en la reasignación de su escultura en otro espacio. Jorge Marín ha podido elegir junto al Gobierno de la Ciudad de México dónde estará su obra, una de las más fotografiadas de la capital mexicana.
Alas de México no pasa inadvertida frente al público, una larga fila de visitantes y locales esperaban cada día, pacientemente, para subir los tres peldaños y colocarse en medio de este símbolo de ¿libertad?, ¿victoria?, ¿independencia? Cada quien le da un significado diferente a la obra y eso a Marín le fascina. “La pieza se apodera del espacio donde esté, no pasa de largo porque requiere de la participación de las personas”, explica el artista. “Recuerdo que en Hong Kong un grupo de trabajadoras del hogar filipinas la convirtió en un símbolo de protesta, la resignificó y la escultura se volvió universal”. Después de miles de kilómetros y once ciudades repartidas por tres continentes tienen una réplica de estas alas.
Para Marín, el arte es una herramienta “indispensable para generar sociedades más reflexivas y pacíficas”, por eso cuando se le pregunta por su opinión sobre las pintadas que recibió el Ángel de la Independencia en las pasadas manifestaciones contra la violencia hacia las mujeres, el autor se muestra un tanto evasivo pero reflexiona: “Seré el más feliz del mundo si Alas de México sirve a la gente para protestar y hacer valer sus derechos, para eso está la ciudad”.
El escultor habla del nuevo lugar en el que estará su obra. "En un lateral de Reforma casi en la esquina con la calle de Varsovia", esto es muy cerca del mencionado Ángel de la Independencia, uno de los monumentos más emblemáticos de Ciudad de México. “Era importante que no perdiera el sentido de obra interactiva y fuera colocada en un lugar efervescente donde se cruzan personas de una pluralidad económica, social, cultural, nacional e internacional diversa”, dice Marín.
Aprovechando la recolocación, se harán trabajos de mantenimiento en la pieza para devolverle el brillo perdido por el efecto del aire, el sol y la contaminación. Según el escultor, en un máximo de dos semanas, a falta de lo que digan las autoridades capitalinas, Alas de México ya estará lista para volver a entrar en contacto con el público. Cuarenta y cinco metros por debajo de la victoria alada inalcanzable que es el Ángel de la Independencia, estarán las alas de Jorge Marín para el que quiera volver a ponérselas.
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