Oído en la selectividad: "Tenía tanto calor que la profesora me ha abanicado la nuca"

Con la covid-19 se ha modificado la convocatoria ordinaria de la Evaluación para el Acceso a la Universidad (EvAU), también conocida como EBAU, PAU o selectividad, dependiendo de en qué generación te tocará hacerla. La estructura de la evaluación es la misma que otros años, y también los nervios y el repaso a los apuntes a última hora, antes de entrar en el aula. Pero esta generación será recordada por ser “los pandennials”, como algunos se autodenominaban caminando por el campus de Ciudad Universitaria de Madrid a primera hora de la mañana de este lunes, 6 de julio. Acudimos al primer día de exámenes en la Comunidad de Madrid -también arrancan en País Vasco, Murcia y Castilla-La Mancha- para ver y, sobre todo, a escuchar, cómo se desarrolla la jornada. 

A 36 grados, en pleno verano, aguantar ocho horas en un aula escribiendo sobre Lengua, Historia e Inglés es una prueba de fuego. Y más cuando tienes que hacerlo con una mascarilla puesta. “Tenía tanto calor por la mascarilla que la profesora iba por los puestos abanicándonos la nuca”. El aire acondicionado está encendido en la mayoría de las aulas pero, por ejemplo, en la Facultad de Física de la Complutense las ventanas y puertas permanecían abiertas para evitar contagios.

—“Menudo desperdicio energético, así no sirve para nada”.

—”¿Es posible que la mascarilla me impida concentrarme?”

— “Ya me he comido todo lo que he traído de la ansiedad y aquí no venden comida por la pandemia”. El adolescente que lo comenta está cerca de la Facultad de Odontología a las 8.30. Es uno de los 40.000 estudiantes que se ha presentado este año en la Comunidad de Madrid a las pruebas lo que supone un incremento del 22% con respecto al año pasado. En toda España se han presentado 220.000 alumnos.

DNI en una mano, gel hidroalcohólico en la otra y mascarilla bien colocada. Así han entrado uno por uno al aula que les correspondía según el color de la pulsera que les habían asignado. Cada pulsera tiene un color que corresponde a un aula, un baño y una salida independiente del resto.

Este año no hay cafeterías abiertas por las medidas de seguridad que se han tomado para prevenir el contagio del coronavirus.

—“Tengo hambre”.

— “Javi, aquí no hay bares”.

—“Tiene que haber bares porque en todas las universidades se tiene que poder comer”.

— “Está todo cerrado por la pandemia. En las instrucciones ponía que te trajeras un bocadillo de casa”.

La menor preocupación de los estudiantes en este momento es el virus. Ahora lo único que importa es el examen. “Guarda los apuntes y échate gel”. La amenaza del coronavirus no impidió los besos y abrazos para celebrar el reencuentro entre los alumnos.

—“No es justo que en otras comunidades puedan hacer el examen sin mascarilla y en Madrid por ser los apestados nos toque estar 8 horas con el bendito bozal puesto”, decía un joven mientras salía del metro de Ciudad Universitaria. Cada Comunidad Autónoma ha decidido las medidas de seguridad que se van a tomar durante el examen.

— “Me he despertado y no me podía creer que hoy fuera la selectividad”.

—“Cuéntame un chiste para relajarme antes de entrar”.

—”No he podido desayunar de los nervios”.

Cuando quedan escasos minutos para las 11.00, un goteo de alumnos comienza a salir de las aulas. Han caído Novecentismo y las vanguardias y un texto de Carmen Posadas sobre cómo el azar y errores fortuitos han motivado avances científicos. El tema del examen se comenta casi tanto como el calor.

—“¡Qué calor hace, por favor esto es horrible!”.

—“Se me han empañado las gafas todo el examen. ¡Ha sido una tortura!”.

—“No te acabes todo el agua que ni hemos empezado, Miguel”.

En la escalinata de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puerto se agolpan los estudiantes y profesores para saber cómo les ha ido en el primer examen de Lengua y Literatura. “Yo me había estudiado la generación del 27 porque es lo que siempre cae y justo este año lo han cambiado”.

—”El último mes en lo único que he podido pensar todos los días a todas horas es: EvAU, EvAU, EvAU”

— “Lo de las clases virtuales no me sirvió para nada”

—“Al comienzo estaba temblando tanto que no podía ni escribir”

—“Si nos va mal tampoco es el fin del mundo, así que tranquilidad”

Pasadas las 11.40, los responsables de aula encargados de dirigir el siguiente examen, empiezan a pasar lista para entrar al segundo examen de la mañana. Toca Historia. “Ya es hora chicos, hay que ir pasando”.

—“Todavía no, ¡que no he terminado de repasar!”.

—“¡Este me tiene que salir mejor o si no voy a llorar!"

Un examen con los nervios a flor de piel en situación atípica. “Este está siendo el peor día de mi vida”, se escucha a la salida del examen de Historia. Este año ha caído en la opción A la intervención en Marruecos y las repercusiones de la Primera Guerra Mundial en España y, en la opción B, la crisis de 1917, el Trienio Bolchevique y el texto de la proclama de los generales sublevados en Cádiz en 1868. “Ojalá hubieran puesto algo más amplio en Historia y así me lo habría podido medio inventar”.

A la 13.00 llega la hora de la comida. El parque del campus se vuelve un gran picnic. A algunos estudiantes los recogen sus padres para ir a casa para comer en familia y otros se sientan en el césped a comer. La cafetería más cercana está en Moncloa, a casi 3 kilómetros de donde nos encontramos en este momento.

—“Yo me he comprado una ensalada en el super, me da pereza irme a casa”

—“Mi madre me va a recoger, vente conmigo a casa a comer”

Pequeño descanso, que por la tarde toca examen de Inglés.

—“En tiempos normales esta tarde haríamos macrobotellón, pero ya ni eso nos dejan hacer”.

—”Fiesta en casa de Marta para celebrar que sobrevivimos al primer día”.

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