El 19 de septiembre de 1985, un sismo de magnitud 8,1 sacudió México. El mismo día, 32 años después, ocurrió otro terremoto, de 7,1. Fue una mera coincidencia, imposible de predecir. Por esa razón, después de la devastación causada por el primer sismo, el Gobierno mexicano y la sociedad civil instalaron varios protocolos para prevenir y resolver las secuelas de un desastre natural como este. Aquí explicamos algunos de los cambios principales que han implementado desde entonces.
1. Una red de comunicación y acción a nivel federal y estatal: Tras el devastador sismo del 85, en la Ciudad de México reinó “el caos, la desorganización y la desinformación” según relató José Comas, entonces corresponsal de EL PAÍS en una crónica. Los Gobiernos federales y estatales no tenían un plan de contingencia compartido o normas para responder a los desastres. Esto empeoró la crisis conformada por más de 33.000 damnificados y 6.000 fallecidos, según cifras oficiales.
Para evitar una situación similar, en 1986, se creó el Sistema Nacional de Protección Civil que coordina a los Estados, organizaciones civiles y el Gobierno federal para actuar antes, durante y después de un desastre natural bajo las mismas normas. También sirve para comunicar de forma más rápida información entre las entidades gubernamentales sobre personas desaparecidas y edificaciones colapsadas.
2. Un sistema de investigación y monitoreo de actividad sísmica: El sismo del 85 “detonó el desarrollo de nuevas líneas de investigación en la comprensión del ciclo sísmico, en la ingeniería y las ciencias sociales”, explicó Luis Quintana Robles, geofísico de la UNAM, en un artículo para el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Aunque los ingenieros y otros especialistas habían estudiado el subsuelo en la Ciudad de México, fue hasta después del temblor del 85 que se percataron de su efecto en las ondas sísmicas, añadió.
Un año después de ese sismo, nació el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico, el cual concentra varios sistemas de monitoreo de sismos y movimiento de suelo en el Valle de México. Este organismo también es el responsable de las alertas sísmicas.
"La red de acelerómetros para medir el movimiento del suelo nos ha traído información valiosa para conocer las respuestas del suelo durante un sismo en el Valle de México", explica Mario Ordaz, investigador de ingenería sismológica de la UNAM. "Esto nos ha permitido que esa información llegue a las normas de construcción".
3. Las alertas sísmicas: El Sistema de Alerta Sísmica Mexicano está conformado por una serie de receptores y estaciones sensoras, repartidas en la costa sur de el país principalmente, que monitorean sismos y alertan al Gobierno y a la población. Inició operaciones en 1991 y desde entonces ha ampliado su red de alcance. En la Ciudad de México se lanzan alertas que otorgan aproximadamente 100 segundos de oportunidad para resguardo. En Oaxaca este lapso es de 30 segundos. Estas alertas se difunden a través de las radiodifusoras. A partir de 2015, la Ciudad de México activó las alertas sísmicas en su sistema de altavoces.
Estas no siempre funcionan a la perfección. En el caso del pasado 19 de septiembre, la alarma se activó durante el sismo, no antes. La razón es que la mayor parte de sensores están situadas en zonas costeras, no en el interior del país. “Técnicamente es imposible tener cubierto todo el país", dijo Carlos Valdés, director general del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), a EL PAÍS. "El sistema está diseñado para sismos costeros [mucho más lejanos], que son la mayoría”.
4. La asociación y códigos de brigadistas: Los rescatistas voluntarios del sismo del 85, se asociaron oficialmente para formar Los Topos en 1986. Es la agrupación civil de brigadistas más importante en México, que también ha apoyado el rescate y remoción de escombros en otros países, como Haití. Los Topos también crearon y establecieron normas para labores de rescate en zonas de desastre, como las señas que se utilizan para comunicarse en la búsqueda de personas entre los escombros. La asociación tiene por lo menos 200 miembros voluntarios.
5. Códigos de construcción más estrictos: Los daños causados por el sismo de hace 32 años significaron pérdidas por más de 4.000 millones de dólares, con más de 880 estructuras en ruinas y más de 2.000 edificios dañados, según datos oficiales. El diagnóstico de los inspectores fue que muchos de estos habían sido construidos con materiales y estructuras débiles.
A partir de entonces, los reglamentos y códigos de construcción en la Ciudad de México se convirtieron en algunos de los más estrictos en el mundo, según un artículo de The New York Times. Estas normas obligan a las constructoras “a presentar proyectos, planos, memorias de cálculo y que el edificio sea avalado por un director de obras”, según un artículo de EFE.
Ordaz, de la UNAM, dice que "el principal cambio es que se aumentaron paulatinamente las fuerzas de diseño de los edificios, se diseñan para resistir fuerzas sísmicas más grandes que las que se requerían antes de 1985". Las normas no se actualizaron en todo el país, comenta el académico. "La normatividad de la construcción en México es de competencia municipal. Hay muchos municipios donde simplemente no hay reglamento. Es un problema tremendo".
Esto, sin embargo, no garantiza que los edificios realmente se construyan con los estándares más altos, ya que los códigos no se cumplen al pie de la letra. Sergio Alcocer, vicepresidente del Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM), dijo a EL PAÍS: “No se puede generalizar, pero hay una tendencia entre los desarrolladores para exprimir los gastos. Hay una presión para ahorrar en un mercado en el que tienes que sobrevivir”.
Ordaz concuerda: "Tenemos un gran problema de falta de observancia de las normas de construcción. No importa mucho qué tan buenos sean o si se tienen o no".
6. Simulacros y campañas de información: Los simulacros en escuelas, oficinas de gobierno y negocios se oficializaron también después del 85. Cada 19 de septiembre, se realiza uno en conmemoración de ese sismo histórico. Solo una hora después del simulacro, el pasado 19 de septiembre, inició el terremoto, lo que añadió una dosis tétrica al evento, aunque no existe una conexión entre ambos sismos, ni una tendencia a la ocurrencia de terremotos en septiembre. El Gobierno mexicano también ha realizado varias campañas de medidas de seguridad durante sismos para capacitar a la población.
Ya que estás aquí...
... El sismo de magnitud 7,1 ocurrido en México el 19 de septiembre dejó un saldo de por los menos 330 muertos.
… Miles de voluntarios se han unido a los esfuerzos para rescatar a las personas atrapadas entre los escombros que dejó el sismo en México y llevar insumos a los necesitados.
... Alrededor de 24.000 habitantes de Ciudad de México han sido atendidos en albergues desde el terremoto, según ha informado el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera.
... Aún no existe una cifra oficial total de edificios inhabitables. Solo en la Ciudad de México se han examinado más de 7.649 inmuebles, de los cuales 1.000 no están en condiciones de ser habitados.
… Jojutla (Morelos), el municipio más cercano al epicentro del sismo, es también una de las zonas más afectadas.
... Se han instalado cientos de centros de acopio en la capital, que todavía solicitan productos básicos como medicinas y alimentos.
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