Las ilusiones ópticas no son solo pasatiempos, que ya estaría bien. También nos ayudan a entender cómo funciona la percepción, al darnos pistas sobre las operaciones que lleva a cabo el cerebro para construir e interpretar lo que vemos.
Este viernes se han conocido las tres mejores ilusiones creadas en 2020, según el concurso The Illusion Of The Year Contest. Susana Martínez-Conde, directora del Laboratorio de Neurociencia Integrativa en la Universidad del Estado de Nueva York, organiza este certamen desde 2005, cuando arrancó en su ciudad natal, A Coruña. Un grupo de expertos seleccionó las diez ilusiones finalistas, y las tres ganadoras de esta XVI edición se han decidido por votación en la web de los premios.
1. Una escalera de Schröder en 3D
La ilusión ganadora es obra de Kokichi Sugihara, un matemático de la universidad japonesa de Meiji. Sugihara reinterpreta una ilusión clásica creada en 1858 por el científico Heinrich G. F. Schröder, y la rehace en tres dimensiones. En esta escalera, el cono que se coloca en un extremo parece estar arriba o abajo, según giremos el objeto 180 grados.
Martínez-Conde explica a Verne que la perspectiva es una de las claves: si la cámara estuviera algo más arriba o más abajo, el efecto se perdería. También apunta que al natural podría ser más fácil distinguir que no hay ningún cambio de altura en la superficie del objeto.
Sugihara es uno de los habituales de este certamen: lo ganó en 2018, con un objeto que presentaba una ambigüedad triple, y en 2016 quedó segundo con otro trabajo similar, unos cilindros que parecían completamente diferentes al reflejarse en el espejo.
2. Lo auténtico
En el segundo trabajo premiado vemos una serie de ilusiones en las que un marco nos condiciona para creer que estamos ante un espejo, como en la escena de los hermanos Marx en Sopa de ganso. La ilusión persiste incluso cuando vamos eliminando factores que nos ayudan a pensar que estamos en esta situación, como los fondos. El autor de la ilusión, el mago y divulgador científico Matt Pritchard, nos avisa en la descripción de la ilusión de que, por poco que nos fijemos, veremos discrepancias en la imagen sin que eso haga que desaparezca el efecto.
Sobre esto último, Martínez-Conde explica que influye el hecho de que el trabajo de Pritchard parta de objetos cotidianos, la lata y el espejo, que creemos que conocemos muy bien. “Nuestro cerebro tiende a hacer predicciones”, explica, y ante información ambigua y posibilidades incompatibles “juega con las probabilidades”. Si vemos un marco y dos objetos iguales contrapuestos, es más fácil pensar que se trata de un espejo, porque es la interpretación más habitual. Hasta que no vemos discrepancias que llaman nuestra atención no entramos a analizar los detalles.
3. La topografía de cuadrícula imposible
El tercer premio es para el diseñador Daniël Maarleveld, que muestra también objetos imposibles en 2D. “Lo novedoso y original de esta ilusión —explica Martínez-Conde— es el movimiento”. En la imagen vemos cómo, por ejemplo, la parte de abajo de un objeto parece ser la superior, o la frontal pasa a estar delante. Estamos, de nuevo, ante información ambigua y, además, el movimiento hace que “nuestro cerebro se cuestione la realidad continuamente, reevaluando su interpretación”.
Aparte de estas ilusiones ganadoras, Martínez-Conde destaca de entre las otras siete finalistas la de estas mariquitas, creada por Mark Wexler, Patrick Cavanagh y Stuart Anstis, de las universidades de París, York y California-San Diego. El insecto parece cambiar de posición, mostrando “lo importante que es el contexto para nuestra percepción”.
También destaca esta otra en la que los subtítulos parecen estar más cerca cuanto más rápido se mueven. No recuerda que se haya descrito antes.
Y, por último, esta en la que podemos crear la ilusión de que un cuchillo es transparente y que además podemos recrear en casa. De forma similar a la ilusión de Pritchard y el espejo, en las imágenes hay detalles que contradicen esta interpretación, como otros reflejos del texto en el cuchillo, pero prima la continuidad en las púas del tenedor.
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