Una colección de diarios confinados

'Diarios de Encierro' es una antología de diarios íntimos de mujeres de España y Latinoamérica escritos durante el confinamiento

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Llevo unos días pensando en que pronto hará un año que empecé a teletrabajar. Un año desde que nuestras vidas cambiaron. El día anterior a la conversión de mi casa en un segundo lugar de trabajo hicimos una prueba en la redacción, trabajamos como si estuviéramos de manera remota. Me despedí de mis compañeros de Verne como si tal cosa, como si en quince días volviéramos a estar juntos. A algunos no les he vuelto a ver en persona desde entonces.

Fue en marzo cuando las editoras de Índigo Editoras abrieron la convocatoria de los relatos que conforman los tres volúmenes de Diarios de Encierro, una antología de diarios íntimos de mujeres de España y Latinoamérica (disponibles solo en formato digital). “Cuando comenzaron los confinamientos obligatorios, todo el mundo se puso a hacer cosas en Internet”, me cuenta Marina Hernández, confundadora de la editorial, por correo electrónico. “Nosotras queríamos ofrecer algo que fuera duradero, que no fuera un taller gratis o una serie de recursos -que de hecho, hicimos igualmente-, sino algo que pudiera perdurar y que al mismo tiempo reflejara una época histórica sin precedentes”.

Extracto del diario de Lana Neble en Diarios de encierro.

Entre el 20 de marzo y el 15 de abril, el tiempo en el que las interesadas podían inscribirse en esta iniciativa, les llegaron 105 solicitudes, de las cuales seleccionaron 57, aunque una de ellas no pudo llegar a publicarse. Ya habían hecho una convocatoria en otra ocasión (con La desconocida que soy), pero esta vez “nos sorprendió recibir testimonios de una variedad de mujeres mucho más amplias. En La desconocida que soy éramos mayoría de mujeres blancas occidentales; en Diarios de encierro esa perspectiva de clase se amplió”, comenta Hernández. Las autoras han narrado sus experiencias desde Chile, Argentina, Uruguay, Ecuador, Colombia, Venezuela, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, México y España.

Extracto del diario de Bianka Verduzco en Diarios de encierro.

Estos diarios, divididos en tres volúmenes, supusieron un trabajo de 7 u 8 meses. “La tarea de lectura y selección fue ardua porque estábamos hablando de unas 1500 páginas de lectura en frío”, explica Hernández, que vive en México. “Esa tarea la hicimos mi compañera Carla Santángelo (que vive en Valencia) y yo. Después corregimos y editamos los seleccionados y Adriana Zea (residente en México) nos ayudó a revisar”. Mencionar los países donde se encuentran no es casual: así como la antología aborda el confinamiento desde distintos puntos de España y Latinoamérica, también la editorial lo hace. La diseñadora de la portada, Fernanda Cid, vive en Argentina; el equipo de producción editorial, formado por Sam Rivera y Beatriz Urbán, reside en Madrid.

Extracto del diario de Adriana Delgado en Diarios de encierro.

La intención inicial era de publicar 20 relatos, aunque ya tenían previsto que podrían ser más: “Como ya sabíamos que eso podía pasar, y como la distribución de libros internacionales es difícil y costosa, desde el principio pensamos en una versión digital. De hecho, incluso el precio del libro (4 euros cada volumen, 9 euros si se compran los tres juntos) se decidió pensando en promover la mayor difusión posible y que mucha gente en otros países pudieran acceder a él”, afirma Hernández.

La convocatoria pedía algunos requisitos: “Aparte de las cuestiones técnicas de longitud y formato”, dice Hernández, “les pedíamos practicar la mirada íntima y enfocarse en uno o dos temas, en lugar de escribir acerca de absolutamente todo lo que les pasaba o veían. Por eso hay diarios centrados en el cuerpo, en la muerte, en la casa, en lxs otrxs... En general encontramos muchas similitudes en casi todos los diarios: sorpresa por lo que estaba pasando, miedos de muchos tipos (muertes familiares, precarización laboral, incluso vivir en la misma casa que tu agresor...)”.

Extracto del diario de Lola del Gallego en Diarios de encierro.

Teniendo en cuenta esos requisitos, los relatos les sorprendieron. Cuentan que muchos relatos son difíciles y que, por ejemplo, dos de las autoras fallecieron de covid, lo que las "impactó mucho a nivel emocional", explica Hernández. “En general nos pasó que no solo vimos los relatos como escritura o literatura, sino la narración de lo que nos estaba pasando como mujeres en una época muy rara de la historia y que se llevó por delante muchas cosas. Por eso fue imposible no involucrarse a niveles más íntimos. Muchas autoras eran amigas (o lo han terminado siendo) porque el arte de editar libros autobiográficos te imposibilita no ver a las personas que están detrás de los textos”, apunta la editora.

Extracto del diario (una carta a su nieta) de Patricia Cabrera Ledezma en Diarios de encierro. Esta autora falleció por Covid.

HEMOS ESTADO TRABAJANDO EN…

Aplausos comprados, viajes inventados y retratos: así conseguían seguidores los 'influencers' del pasado. La fama en redes tiene mucho de novedoso. Pero, aun así, durante los últimos tres siglos (al menos) y antes de Instagram podemos encontrar a gente obsesionada por la celebridad, hasta el punto de inventarse toda clase de historias, además de un público deseoso de seguir las andanzas de sus ídolos y, en la medida de lo posible, imitarlos.

El mercado inmobiliario, visto desde una silla de ruedas. “He llamado a particulares y a portales inmobiliarios, pero todos me decían que no. Que ellos no tenían ese tipo de pisos”, se queja Alicia, para quien sus preocupaciones no tienen que ver con encontrar un piso barato, céntrico y luminoso, sino con cosas cotidianas, como entrar por la puerta, alcanzar los interruptores, moverse por el pasillo, pegarse una ducha o prepararse la comida. Son características tan necesarias como difíciles de encontrar en un parque inmobiliario tan antiguo como el español, con una edad media de 44 años.

Radiografía del racismo en España. Más de la mitad de la población racializada de España (el 51,8%) manifiesta haberse sentido discriminada durante el último año.

Las series que recomiendan los profesores de idiomas, según tu nivel. Puedes perfeccionar tu francés, alemán, chino, japonés, portugués o ruso mientras te diviertes delante de la televisión

… Y NOS HA GUSTADO MUCHO LEER

1. Y Nevenka Fernández tomó la palabra (EL PAÍS). En 2001, Nevenka Fernández narró ante un tribunal vejaciones y episodios íntimos. Ganó el juicio. El entonces alcalde de Ponferrada y superior de Nevenka, Ismael Álvarez (PP), fue condenado y dimitió. Miles de personas se manifestaron tras la condena para respaldarlo a él y condenarla a ella, que tuvo que salir de España porque nadie le dio trabajo. Y desapareció. 20 años después, Nevenka Fernández rompe su silencio.

Nevenka Fernández en un fotograma del documental 'Nevenka'. NETFLIX

2. ¿Está TikTok sesgado contra los cuerpos no blancos y con curvas? Una marca de lencería afirma que es así (The Lily, en inglés). No es la primera vez que se habla del comportamiento de TikTok respecto al aspecto físico de las personas que suben contenido a la plataforma. Esta vez es una marca de lencería bodypostive la que explica lo que les está pasando cuando suben determinados contenidos: en un hilo, la compañía muestra cómo la plataforma les ha descolgado diferentes vídeos, como uno con mujeres negras de tallas grandes o un vídeo con una mujer joven negra hablando de lencería. Un vídeo similar pero con una mujer joven blanca no fue eliminado.

3. Encuentra por casualidad el retrato de la sufragista Susan B. Anthony en el ático del edificio que ha comprado en Geneva (Nueva York) (The New York Times, en inglés). Es lo que le pasó a David Whitcomb: compró un edificio para expandir su negocio y en el ático encontró un tesoro lleno de retratos de hace más de un siglo, incluido el de la sufragista. Cree que ese lugar podría haber sido el estudio del fotógrafo James Ellery Hale.

4. Este tuit: “Bette Davis se divorcia. ‘Lee demasiado’, dice el marido”.

ESTO HAY QUE ESCUCHARLO

El podcast de La Ruina tiene una premisa muy sencilla: contar anécdotas vergonzosas que te hayan pasado. Cada programa lleva a un cómico invitado que cuenta su ruina y, después, gente del público sale a contar la suya. Cada episodio dura aproximadamente una hora, pero se te pasa volando porque la gente es graciosísima.

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