Al menos nos hemos reído: los mejores recuerdos de estos 314 días sin gobierno

Más de diez meses sin gobierno dan para muchos tuits

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Por fin han terminado los 314 días que hemos pasado sin gobierno. No es que hayamos estado tan mal, sobre todo teniendo en cuenta la alternativa (tener gobierno), pero hay que admitir que el clima de campaña electoral continuo se ha hecho un pelín pesado.

Por suerte, estaba Twitter. Sí, está lleno de trols y de broncas, pero la gente es muy graciosa, como podemos ver si hacemos un repaso muy rápido (pero con muchos enlaces) a lo que ha pasado en estos más de diez meses vistos a través de la red social.

Acercaos al fuego, que os contaré lo que pasó tras las elecciones fueron el 20 de diciembre. Al día siguiente nos despertamos sin resaca, pero con un gobierno en funciones y un parlamento, digamos, complicado: el PP solo llegó a los 123 escaños y el PSOE se quedó en 89. La cosa pintaba tan mal que Mariano Rajoy dijo que no se presentaría a la investidura. Muchos creyeron que dimitía y en Twitter ya había más de uno descorchando el cava, pero Rajoy dijo que no, que solo pasaba de la investidura, pero nada más.

El 23 de diciembre, Pablo Iglesias se emocionó y se postuló como vicepresidente de un posible gobierno de Pedro Sánchez, mientras en Twitter pedían que Alberto Garzón fuera el nuevo Ministro del Amor, entre otras sugerencias.

Pero a Sánchez le iba más lo del cambio tranquilo y firmó un pacto con Albert Rivera para presentarse a la investidura en marzo. No salió, entre otras cosas porque Pablo Iglesias votó que no. Tomad nota de esto porque a Sánchez le sentó fatal. Le dolió muchísimo. Por cierto, Rajoy seguía allí. En su discurso habló de los toros de Guisando.

Total, que hubo que convocar nuevas elecciones. Fíjate: Leonardo Di Caprio había ganado un Oscar y nosotros sin gobierno.

En mayo, Izquierda Unida y Podemos decidieron presentarse juntos. Iglesias y Garzón lo celebraron con una cerveza. Todo el mundo hablaba de un posible sorpasso. Iglesias llamó "cuñado" a Rivera. Fueron las semanas más felices de los votantes de izquierda. No durarían mucho, pero eso que se llevaron.

La campaña del PP también arrancó con buen ritmo. Literalmente: el PP presentó una versión merengue de su himno. Sonó mucho menos de lo que nos habría gustado.

Llegamos al debate del 13 de junio. Sánchez, con mucho resentimiento, le recordó a Pablo que votó que no. Insistió en Twitter. Varias veces. En consecuencia, “Pablo dijo que no” se convirtió en el meme de la campaña, con permiso de los tuits de 2011 del propio Sánchez, que valen para todo.

Las encuestas volvieron a fallar: el 26 de junio, ni sorpasso ni nada. De hecho, Unidos Podemos perdió un millón de votos. Que ya hay que ser despistado. El PP subió, pero no lo suficiente como para formar gobierno. Felisuco se coló en el Congreso. El Pacma se volvió a quedar fuera. El PSOE sumó sus peores resultados. Otra vez.

La cosa pintaba fatal. En agosto incluso nos amenazaron con elecciones el día de Navidad, como si nosotros tuviéramos la culpa. El 31 de agosto y el 2 de septiembre se celebró el Día de la Marmota, es decir, la investidura. Ciudadanos había firmado un acuerdo con el PP, Sánchez dijo que no a Rajoy y Rufián leyó sus tuits, que la ocasión era buena para ir sumando seguidores.

Rajoy se quedó otra vez sin gobierno y en el PSOE se lió parda: Pedro Sánchez dejó de ser el líder del partido y Forocoches y La Retaguardia enviaron pizzas y mariachis a la sede del partido. No lo entendía ni Owen Jones. El PP sacó palomitas en Twitter, aunque luego borró el tuit.

Al final, el PSOE acordó abstenerse en una tercera sesión de investidura, aunque el PSC dijo que ni hablar. Para entonces, Rajoy ya había comentado en la Unión Europea que la sesión sería in one hour. Quería decir one week, pero el hombre tendría prisa.

Antes de la votación y después de que el PP borrara otro tuit, aprendimos qué era la Cruz de Borgoña. Pablo Iglesias le dijo a Albert Rivera que lo buscara en Google, pero nosotros, que somos muy antiguos, preferimos llamar a un historiador.

Total, que llevamos 314 días sin gobierno. Probablemente, todo acabará este sábado. Y nos vamos a quedar como empezamos, sin que haya dimitido ni Rita. Ni Rita Barberá, que sigue en el Senado. Bajad la voz, no vayáis a despertarla.

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