"Viendo que a otros youtubers les ha ido bien con este tipo de contenido pensé en hacerlo". Quien nos dice estas palabras no es alguien que quiera imitar a los ídolos juveniles que hablan de videojuegos, de moda, de su vida personal o de libros o ciencia, que youtubers hay para todo. El que habla es un malagueño que difundió esta semana un vídeo en el que supuestamente rociaba de gas pimienta a un repartidor de pizzas, siguiendo la estela del caso caranchoa o del que dio galletas rellenas de dentrífico a un indigente.
Son ejemplos que dañan la imagen de los youtubers. Este colectivo no goza de gran reputación en general entre los adultos, en parte por el desconocimiento que existe sobre este universo entre todo aquel que no forma parte de su audiencia. En los comentarios en redes a las noticias de los tres casos mencionados se tiende a generalizar, como si la gran mayoría fueran unos irresponsables sin respeto que buscan fama a cualquier precio.
Quizás resulta difícil entender que un joven desde su habitación logre audiencias superiores a un prime time de la televisión, que eso sea una actividad remunerada -un trabajo- del que viven o que acumulen comunidades de seguidores millonarias (El Rubius va por 23 millones). Algo puede tener que ver también el paternalismo mediático con el que se les trata -cuestionando que lo suyo pueda ser un trabajo-, muchas veces reduciendo el contenido de una entrevista a lo que ganan, como si fueran cargos públicos que por transparencia debe dar explicaciones.
Los que viven de esto o los que se ganan un dinero extra con sus vídeos son una minoría. Pero una minoría interesantísima y diversa. El festival que este fin de semana se celebra en el recinto conocido popularmente como el Palacio de los Deportes de Madrid es un ejemplo de ello. Un vistazo al programa del Tubecon -este sábado, con entradas a 15 euros más gastos de emisión- hay talleres sobre libros, ciencia, activismo, emprendimiento, cómo plantar cara al bullying, temas técnicos (doblaje, efectos especiales, edición)... También hay actuaciones y encuentros de creadores con fans, que realmente son los platos fuertes de este tipo de eventos, en los que los seguidores están deseando desvirtualizar a sus ídolos.
“Es tan insultante la caricatura que se hace del youtuber y del entretenimiento digital… Queremos que este evento sea un golpe en la mesa para reivindicar el movimiento youtuber, demostrando lo interesante y variado que es”, sostiene el productor ejecutivo del evento, Pablo Romero, que atiende a Verne por teléfono. “Va a ser una manifestación de identidad de este colectivo, con youtubers especializados en todo tipo de ámbitos”, añade Romero.
Uno de los principales objetivos de Tubecon es, precisamente, poner en valor a los creadores de contenidos en internet. “Los más jóvenes no tienen un visión negativa de los youtubers. Son otras generaciones, como la de sus padres, las que siguen sin ver el verdadero mérito de lo que hacen”. Para corregir ese “desconocimiento”, Tubecon ha preparado un parents park (aparcamiento para padres) -porque los menores de 14 tienen que ir acompañados de adultos-. Mientras esperan a sus hijos, los padres podrán asistir a talleres en los que se explicará el fenómeno youtuber. Para los padres también hay paneles con creadores adultos.
Tan youtuber es alguien que se graba echando partidas a videojuegos o dando consejos de lifestyle como las señoras desconocidas para el gran público que muestran a cámara su compra de la semana. En este mundo hay fenómenos tan llamativos como los vídeos de audiencias millonarias abriendo huevos kinder o jugando con juguetes de todo tipo -que hipnotizan a niños- o los que narran su día a día familiar (sirva como ejemplo la mujer de los partos más vistos en España).
Algunos, además, son activistas en temas como ecología y defensa de los animales o bien comparten con sus seguidores sus historias de superación de acoso escolar (hace poco se sumaba a ello el chileno Germán Garmendia, de 26 años, es el segundo youtuber con más suscriptores del mundo). El vídeo Una semana en silla de ruedas, de una malagueña de 19 años, mostraba la realidad de jóvenes con lesiones medulares, versionando un formato que siempre funciona entre youtubers, los retos, aunque en otras ocasiones los más mediáticos sean los que resultan más llamativos por lo absurdo (la cucharada de canela, el condon challengue, el reto de las 100 capas de uñas...).
Los booktubers, por su parte, hablan del libros, como la mexicana Fátima Orozco o el español Javier Ruescas, cuyo nicho de audiencia es más atractivo para las editoriales. De hecho, está comprobado que una forma de atraer nuevos visitantes a las ferias de libros es contar con youtubers en las sesiones de firmas.
A veces, generalizando, se olvida que los youtubers son más que caranchoas.
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